Andersen, la vida como un cuento

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Hans Christian Andersen (1805-1875) nació en Odense y tuvo una infancia marcada por la pobreza. Siendo joven se trasladó a Copenhague y allí, trabajando hasta la extenuación y movido por unas enormes ansias de triunfo, se dedicó a escribir cuentos, novelas, dramas teatrales y poesía. Cuando logró finalmente el reconocimiento social, realizó numerosos viajes por toda Europa, y entabló relaciones amistosas con Dickens y los Grimm, pero su insatisfacción vital no desapareció.

Muchas peripecias y circunstancias de su vida, así como rasgos de su carácter y de su modo de pensar, se aprecian en su autobiografía E«, una narración tan interesante como autocompasiva. En ella revela la inmadurez de su comportamiento; confiesa la influencia de autores románticos como Heine, E.T.A. Hoffmann, Walter Scott; deja de manifiesto su particular religiosidad llena de confianza en un Dios misericordioso; y, en fin, muestra cómo se puede convertir la propia vida en un cuento. Falleció en Copenhague.

Para leer en voz alta
De su gran producción hoy perduran, sobre todo, sus más de 150 cuentos, inspirados en diversas tradiciones populares, antiguos relatos orientales, sus viajes, historias que le contaron, sucesos de su vida. Nunca pretendió, simplemente, «contar cuentos», pero el éxito que obtuvo con ellos le indicó que «había hallado el camino para llegar a todos los corazones»: escribirlos como si los contase a un niño, evitando las palabras abstractas, recurriendo a imágenes claras, usando un estilo llano y familiar, humanizando los objetos inanimados o familiares con enorme habilidad.

La ingenuidad aparente de dirigirse a los lectores se debe a que confeccionaba sus relatos pensándolos para ser leídos en voz alta, cosa que hacía él mismo magistralmente. De ahí los abundantes giros idiomáticos, el recurso frecuente a las repeticiones y a las yuxtaposiciones, el uso de los puntos suspensivos y de las pausas: es la forma de avivar la imaginación del lector o del oyente.

Felicidad y dolor
Su calidad está muy por encima del reproche de misoginia que algunos le hacen debido a que las figuras femeninas que pinta, salvo la de la madre, no suelen ser positivas. Entre los rasgos distintivos de sus relatos está que las plantas son plantas y los animales siguen siendo animales, aunque les dote de algún significado humano. Y no puede negarse que sus personajes humanos tienen profundidad psicológica.

Andersen suele usar distintos narradores y observadores: procura seguir la historia por medio de quien hubiera visto lo que se cuenta y de ahí que los pájaros aparezcan muchas veces como espectadores. También se caracteriza por que a través de la emoción e incluso del patetismo, tiene un claro propósito didáctico: con sus finales tristes subraya que la felicidad se suele pagar con dolor.


Selección de cuentos

Sin indicar los argumentos, sobradamente conocidos, hago a continuación una selección personal de sus cuentos más famosos. En ellos se ve con claridad cómo Andersen se propuso enseñar a ver más allá de la superficie de las cosas.

  • —La princesa y el guisante (Prindsessen paa Ærten, 1835). La expresión final, «¡esta historia sí que es bonita!», nos hace pensar que Andersen quiso componer un cuento bromista, jugando con la exageración, para burlarse del esplendor caprichoso propio del modo de vivir en los palacios.—
  • El traje nuevo del emperador (Keiserens nye Klæder, 1837). Compuesto, según parece, a partir de un antiguo cuento español, este relato ha llegado a ser un lugar común para rechazar la fatuidad y el autoengaño y la obsesión por las apariencias, y para señalar que, a veces, sólo la mirada de los niños nos descubre la verdad.—
  • La sirenita (Den lille Havfrue, 1837). Uno de los relatos más poderosos de Andersen, muy distante de los cuentos de hadas tradicionales y alejadísimo de la versión que ofreció Disney en cine. El autor danés habla en él de quien gasta su vida por un amor y encuentra suficiente premio en los mismos sacrificios que hace.—
  • El valiente soldadito de plomo (Den standhaftige Tinsoldat, 1838). Relato que, externamente, pertenece al de las historias sobre la vida propia que tienen los juguetes cuando nadie los ve; internamente, al de las historias de amor abnegado con fin trágico y conmovedor.—
  • El patito feo (Den grimme Ælling, 1844). Al margen de que su argumento sea un reflejo del victimismo que caracterizó a su autor, también presenta y resuelve de modo magistral un conflicto psicológico común en la infancia y en la juventud.
  • Los zapatos rojos (De røde Sko, 1845). Relato inspirado en un recuerdo de infancia de Andersen: la satisfacción que tuvo al estrenar botas el día de su Confirmación le causó luego un gran remordimiento por pensar que una satisfacción tan mundana no debía tener cabida en un momento solemne. Dejando de lado la exageración, tan propia de una mentalidad puritana, el argumento ilustra cómo algo que se apetece desmedidamente puede acabar siendo como una maldición.—
  • La niña de los fósforosLa pequeña cerillera (Den lille Pige med Svovlstikkerne, 1848). Las luces de la pequeña cerillera se suman a todas las luces de la Navidad, empezando por la luz original que significó el nacimiento de Jesucristo, y, como ellas, hablan de una esperanza en otra vida «donde no había frío, ni hambre ni miedo».—
  • El abeto (Grantræet, 1845). Parábola sobre la desesperanza que producen el abandono y el olvido que Andersen temió tanto, y que habla de un árbol que sólo conserva el recuerdo de aquella Nochebuena en la que fue el centro de atención de todos y del único cuento que oyó precisamente allí…

Algunas ediciones
La edición completa más reciente en castellano es:

—Cuentos completos. Cátedra. Madrid (2005). 1.227 págs. 36 €. Ilustraciones: Vilhelm Pedersen y Lorenz Frølich. Traducción, introducción y notas: Enrique Bernárdez. Incluye la autobiografía «El cuento de mi vida sin literatura» y una selección de poemas de Andersen.

Existe otra edición reciente completa donde algunos ilustradores españoles actuales ofrecen su propia interpretación gráfica:—

Cuentos completos. Anaya. Madrid (2004). 1.272 págs. 60 €. Los títulos y el ilustrador de cada volumen son: La sirenita y otros cuentos, Elena Odriozola; La pequeña cerillera y otros cuentos, Javier Sáez Castán; Chiquilladas y otros cuentos, Carmen Segovia; Peiter y Peter y otros cuentos, Pablo Auladell. Hay también ediciones individuales de algunos cuentos.

Otras ediciones con selecciones de cuentos ilustrados por artistas que, antiguos o modernos, podemos llamar clásicos, son:—

  • Cuentos de Andersen. Juventud. Barcelona (2002). 239 págs. 11 €. Ilustraciones: Arthur Rackham. Traducción: Alfonso Nadal.—
  • Cuentos de Andersen. Gaviota. Madrid (2004). 64 págs. 11 €. Selección e ilustraciones de Lisbeth Zwerger. Traducción: Javier Franco.

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