Doce razones para decir no a la eutanasia y sí a los cuidados paliativos

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Si se acepta el criterio dominante en la consulta ciudadana conocida como los “Estados generales de la bioética”, en el proyecto de ley que debe presentar el gobierno francés al parlamento no se mencionará el fin de la vida, regulado en la ley Claeys-Leonetti, de 2016. No obstante, ante la presión de los partidarios de la eutanasia y la lentitud con que el Estado afronta la mejora y universalización de los cuidados paliativos, más de 175 asociaciones especializadas en atención paliativa han firmado un manifiesto en el que resumen su postura a favor del cuidado de las personas en la etapa final de la vida.

El texto completo y la relación de firmantes pueden consultarse en una web creada para dar a conocer el manifiesto: http://laviepaslamort.fr/. Ofrecemos una traducción.

La experiencia demuestra que la legalización va llevando las limitaciones jurídicas iniciales hacia prácticas cada vez más extremas

1. Todos deben vivir con dignidad hasta el final de su vida

Toda persona, con independencia de su estado de salud, tiene una dignidad intrínseca. Incluso en las situaciones más difíciles y menos deseables, los equipos de cuidados paliativos ponen todo su corazón y su experiencia para salvaguardar la dignidad de los pacientes. Al contrario, optar por la muerte no garantiza esa dignidad y supone una renuncia a la condición humana.

2. La ley debe proteger a los más vulnerables

Las decisiones personales tienen siempre una dimensión colectiva, especialmente cuando requieren la intervención de terceros, como en la eutanasia o la asistencia al suicidio. Enfrentarse a la muerte y acelerarla es un comportamiento raro y solitario, que reivindican unas pocas personas decididas, pero que sería un peso las más frágiles: personas aisladas, ancianas o inmigrantes, sometidas a todo tipo de presiones (familiares, sociales, incluso médicas), en una sociedad que prima la eficacia y puede valorar como carga a una parte significativa de su población.

3. La prohibición de matar fundamenta nuestra civilización

Legalizar la eutanasia significa introducir en el corazón de la sociedad la transgresión de la prohibición de matar. Aunque solo fuera por el principio básico de cautela, se debería rechazar un “matarás a veces” o “bajo ciertas condiciones”. Nuestra civilización ha progresado eliminando las excepciones a la prohibición de matar (venganzas, duelos, pena de muerte). Legalizar la eutanasia significaría dar un paso atrás.

4. Pedir la muerte no siempre significa desear morir

Muy pocos pacientes nos dicen que quieren morir, menos aún cuando están debidamente atendidos y acompañados. Además, cuando piden la muerte, muchos quieren significar una cosa muy distinta de la voluntad de morir. Pedir la muerte significa casi siempre no querer vivir en condiciones tan difíciles. ¿Pedir la muerte porque se sufre es realmente una elección libre? En cambio, los cuidados paliativos restauran la libertad del paciente al final de su vida al controlar tanto el dolor como el sufrimiento mental. En última instancia, la ley francesa les permite solicitar la suspensión de los tratamientos extraordinarios y, en su caso, la llamada sedación profunda y continua hasta la muerte, cuando se encuentran al final de sus vidas y consideran que el sufrimiento es insoportable.

La vocación específica de los cuidadores es proporcionar cuidados, dentro de una relación de confianza con la persona enferma

5. El fin de la vida sigue siendo vida. Nadie puede saber lo que nos depararán los últimos días

Incluso en esas situaciones difíciles, hemos visto a los pacientes vivir momentos esenciales, hasta el punto de descubrir algunos que la bondad existe, así como valorar la despedida a sus seres queridos. Acelerar la muerte privaría de estos instantes últimos e impredecibles de la condición humana.

6. Despenalizar la eutanasia impondría al paciente y a su familia la obligación de planteársela

¿Queremos realmente, en el futuro, tener que plantearnos la oportunidad de acabar con el sufrimiento personal o de nuestros seres queridos? ¿Queremos realmente tener que preguntarnos, tras un diagnóstico grave, sobre la inyección letal, o imaginar, cuando no podemos más, que seres queridos se hacen la pregunta por nosotros?

7. Los cuidadores están para cuidar, no para matar

La vocación específica de los cuidadores es proporcionar cuidados, dentro de una relación de confianza con la persona enferma. Matar destruye este contrato de confianza y deroga el código de deontología médica. Los cuidadores muestran que son capaces de superar la tentación de la omnipotencia a través del encarnizamiento terapéutico o la eutanasia.

8. Las encuestas sobre eutanasia recogen la opinión de sanos, no de enfermos

A partir de sondeos, se afirma que la sociedad está preparada para admitir la legalización de la eutanasia. Sin embargo, nadie puede proyectarse de manera realista hacia el final de su vida y decir que sabe qué desearía realmente en ese momento. De hecho, las encuestas no tienen en cuenta la palabra de los enfermos en fase terminal de la vida.

9. Equivocarse en una demanda de eutanasia sería un error médico irreparable

Estremecen los errores judiciales en los países que no han derogado la pena de muerte. Ningún paciente podrá tampoco reclamar por diagnóstico erróneo, ignorancia de tratamientos existentes o desconocimiento de la verdadera naturaleza de su petición. ¿Se puede admitir ese riesgo? Ante situaciones ambivalentes por naturaleza, ¿qué es preferible: el riesgo de vivir un poco más cuando estamos hartos de la vida, o el riesgo de morir cuando queríamos vivir todavía?

Muy pocos pacientes nos dicen que quieren morir, menos aún cuando están debidamente atendidos y acompañados

10. Legalizar la eutanasia la trivializa, y no evita transgredir los límites

La experiencia demuestra que la legalización va llevando las limitaciones jurídicas iniciales hacia prácticas cada vez más extremas. Se llega a la eutanasia de los menores, o de personas que padecen trastornos mentales, y no se cumplen las condiciones establecidas por la ley, ni siquiera el consentimiento del paciente. Los abusos crecen en los países que legalizan la eutanasia (por ejemplo, la clandestina es tres veces más común en Bélgica que en Francia).

11. Los cuidados paliativos deben prestarse a todos

Los cuidados paliativos deben estar accesibles en todas partes y para todos. Son un derecho del paciente. Actualmente, demasiados enfermos no reciben cuidados paliativos cuando los necesitan. Esto debe cambiar. ¡Apliquemos la ley, toda la ley, nada más que la ley!

12. Los cuidados paliativos son incompatibles con la eutanasia y el suicidio asistido

Se trata de dos enfoques basados en filosofías radicalmente opuestas. La legalización de la eutanasia y del suicidio asistido deriva de la exigencia de autonomía. Los cuidados paliativos combinan la ética de la autonomía con la ética de la vulnerabilidad y de la solidaridad colectiva. Los cuidados paliativos previenen y alivian el sufrimiento, mientras que la eutanasia se dirige a acelerar la muerte intencionalmente. Los cuidados paliativos son tratamientos, la eutanasia es un acto mortal.

Legalizar la eutanasia significa introducir en el corazón de la sociedad la transgresión de la prohibición de matar

Ayudar a vivir la muerte con dignidad

En España, la Asociación Española de Bioética y Ética Médica (AEBI) ha publicado un comunicado que resume su postura sobre la proposición de ley del PSOE para legalizar la eutanasia. A pesar de las diferencias entre ambos textos, el de AEBI afirma algunos principios que también recoge el manifiesto francés. Y así, por ejemplo, subraya que:

“Nunca hay motivo que justifique la directa eliminación de un ser humano (…) Ni el dolor ni la ausencia de ninguna otra cualidad inherente a la persona anulan su dignidad” (n. 1).

“Tratar el sufrimiento eliminando al que sufre es un contrasentido de la acción paliativa. Lo que piden los enfermos es ser valorados, seguridad ante la incertidumbre de la muerte, ser tratados y cuidados profesionalmente” (n. 3).

Los cuidados paliativos “deben ser un derecho de todos los pacientes dentro del sistema de salud. (…) De esta manera se ayuda a vivir la muerte a todos los ciudadanos con dignidad. Esta es una obligación ética urgente por parte de los poderes públicos” (n. 5).

“Una legalización de la eutanasia destruiría las barreras legales que defiendan la vida humana siempre y en cualquier circunstancia” (n. 7).

La legalización de la eutanasia “ocasiona dentro de las profesiones sanitarias un fenómeno corrosivo de su ethos y de la relación sanitario-paciente” (n. 8).

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