Japón y Noruega seguirán cazando ballenas

publicado
DURACIÓN LECTURA: 2min.

La última semana de junio se celebró en Aberdeen (Escocia) la 48ª reunión anual de la Comisión Ballenera Internacional (CBI). Noruega abandonó la asamblea antes de que concluyera y sin moderar su postura, y Japón dejó claro que también continuará cazando ballenas e informando a la Comisión de los resultados obtenidos. Dos resoluciones condenaron estas rebeldías.

Ambos países, que cazan más de 800 ejemplares de ballenas por año, pretenden que se suavice el veto general a la caza comercial de estos cetáceos, vigente desde 1986. Noruega acudió a la reunión de Aberdeen pertrechada de un estudio científico según el cual en el Atlántico noreste hay unos 118.000 rorcuales aliblancos (minke). Con el informe intentaba defender su postura para seguir cazando estas ballenas. Las cifras pasaron la criba del comité; pero Noruega -que en 1986 no firmó la moratoria- abandonó la asamblea antes de que se aprobasen las mociones contra ella y contra Japón.

Por su parte, Japón ha reducido drásticamente la caza de ballenas desde que firmó la suspensión en 1986. Pero el gobierno permite matar ejemplares para fines científicos, incluso en la región del mar de la Antártida que fue declarada refugio ballenero internacional. La CBI permite cazar ballenas con fines de investigación, si, conforme a una resolución aprobada el año pasado, no se las mata. El año pasado Japón aumentó su propia cuota de 330 a 440 ejemplares anuales, y desde 1994 envía una expedición al norte del Pacífico para matar otro centenar.

Estados Unidos acabó retirando el apoyo a la aspiración de la tribu makah (del Estado de Washington), que, tras setenta años sin cazar ballenas, pedía poder capturar cinco ejemplares al año por motivos «rituales» y para la subsistencia de las 1.600 personas que la forman. En cambio, Rusia ha intercedido por los nativos de la región autónoma de Chukotski, cuya dieta depende de los cetáceos. Esta petición se inscribía dentro de las excepciones al veto para «caza de subsistencia por parte de comunidades aborígenes», como las permitidas en Alaska y Groenlandia.

Greenpeace y otros grupos ecologistas consideran que si se permiten capturas por estos motivos se formularán solicitudes similares y la pesca aumentará. Australia es el país que más se opone a la pesca comercial, y también se opone a las peticiones de los indígenas.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.