Los mismos países pobres ponen barreras al acceso a los medicamentos

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Si dos tercios de la población mundial no tienen fácil acceso a los medicamentos, no es solo por la política de las compañías farmacéuticas y el actual sistema de patentes, los factores que subraya la OMS (ver Aceprensa 68/06). También los propios países en desarrollo tienen parte de culpa, dice un estudio de Roger Bate y Kathryn Boateng publicado por el American Enterprise Institute (1): impuestos, trabas burocráticas y sobornos encarecen los medicamentos y dificultan que lleguen a la gente.

En los últimos años, la situación ha mejorado por el lado del suministro a los países en desarrollo, gracias a la presión internacional sobre empresas farmacéuticas y gobiernos. Esto ha tenido sus efectos, pues se ha reducido considerablemente el precio de los productos y han aumentado las donaciones.

Pero todo eso no ha bastado para hacer realidad el acceso universal a los medicamentos y tampoco ha aliviado significativamente las carencias de los países más pobres. Para los autores del estudio, una parte importante del problema está en las políticas internas de los Estados en vías de desarrollo, que gravan considerablemente productos y componentes farmacéuticos.

La OMS estudió el año pasado las políticas tributaria de 150 países y ofreció datos reveladores. En el 59% de los países estudiados existe algún tipo de impuesto sobre componentes de productos farmacéuticos; cuando se trata de productos finales, la proporción sube al 61%. En el caso de las vacunas, el 35% de los países habían establecido algún gravamen. Pero lo más significativo es que los tipos impositivos que se aplican a los medicamentos suelen ser más altos en los países en desarrollo que en los ricos.

La República Democrática del Congo, Nigeria y Zimbabue, por ejemplo, gravan tanto los productos farmacéuticos finales como sus componentes con un impuesto del 8%. En la India o Marruecos, los impuestos suponen en torno al 16% del precio; en Armenia y Sudáfrica, el IVA sobre este tipo de bienes oscila entre el 14% y el 20%. Lo más grave, a juicio de los autores del estudio, es que en algunos países también gravan las donaciones realizadas por la comunidad internacional.

Impuestos prescindibles

¿Están justificados estos impuestos? Sin duda, son una forma de recaudar dinero, siempre escaso en los países en desarrollo. Sin embargo, los autores del estudio creen que la cantidad que se recauda con los gravámenes sobre los productos farmacéuticos (alrededor del 1% del presupuesto de sanidad en esos países) es prescindible, si se tienen en cuenta, además, los beneficios que reportaría eliminarlos: mayor acceso a los medicamentos, mejor salud de la población, menores gastos en salud pública. Además, los impuestos encarecen y desincentivan las donaciones internacionales. Por todo ello, los gobiernos de Suiza, Singapur o EE.UU., así como los de algunos otros miembros del G-8, han propuesto eliminar las barreras arancelarias para este tipo de productos, sin que hasta el momento se haya tomado ninguna medida concreta.

Bate y Boateng, por su parte, remiten a otros trabajos que muestran la incidencia que tiene la reducción de impuestos -y, en general, las facilidades a la importación- sobre los medicamentos. Por ejemplo, en el estudio «Still Taxed to Death: An Analysis of Taxes and Tariffs on Medicines, Vaccines and Medical devices», firmado por el propio Bate y otros dos autores y publicado el año pasado por la Fundación Brookings, se relacionaba un mayor acceso a los medicamentos por parte de la población con una reducción de las tarifas y aranceles.

Otros estudios han revelado que los países con impuestos más altos sobre medicamentos son aquellos que tienen peores índices de acceso a los mismos. Es el caso de Etiopía y Tanzania, entre otros.

Con los impuestos coexisten problemas de corrupción y sobornos, contrabando de medicamentos y falsificaciones. La administración de los aranceles e impuestos da ocasión al cobro de comisiones ilegales por parte de funcionarios corrompidos. Y en todo caso, la ineficacia y lentitud burocrática no sólo aumenta los costes de importación, sino que además provoca retrasos en la salida de las medicinas al mercado, perjuicio grave en el caso de fármacos perecederos o que requieren condiciones especiales de conservación, como muchos antibióticos.

Finalmente, el desabastecimiento y los impuestos elevados favorecen el mercado negro, donde se ofrecen no solo medicamentos de contrabando, sino también otros sin suficientes garantías o falsos. En países como la India o Nigeria, los medicamentos clandestinos constituyen entre el 40% y el 50% del total.

ACEPRENSA____________________(1) Roger Bate y Kathryn Boateng, «Medicinal Malpractice: Improving Drug Access and Reducing Corruption», «Health Policy Outlook» (publicación del American Enterprise Institute), n. 10, dic. 2006.

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