Marihuana, no de venta en farmacias

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El uso de la marihuana con fines medicinales sigue dando lugar a decisiones contradictorias. En EE.UU. la Drug Enforcement Administration (DEA) ha decidido mantener la marihuana en la lista de sustancias peligrosas no susceptibles de uso médico, desalentando así a los que esperaban un cambio. Por su parte, Colombia, que aspira a convertirse en un productor mundial de marihuana medicinal, ha reglamentado su producción y ha dado las primeras licencias.

En EE.UU. los que abogan por aflojar las restricciones al cannabis esperaban que la DEA reclasificara la marihuana en la lista de sustancias peligrosas, pasándola de la Sección 1 a la 2. Esto hubiera facilitado conseguir la aprobación del gobierno federal para estudios de su uso médico y para la prescripción médica de productos derivados en farmacias.

Sin embargo, la DEA ha decidido mantenerla en la Sección 1 –junto con drogas como el LSD y la heroína–, lo que supone que “no tiene un uso médico aceptado” y sí “un alto riesgo de abuso”.

El gobierno colombiano está decidido a convertir al país en un productor mundial de marihuana medicinal

Chuck Rosenberg, jefe de la DEA, ha declarado que nadie mejor que la agencia está al tanto de los estudios científicos sobre el cannabis. Y aunque algunos investigadores han encontrado que ciertos componentes de la marihuana pueden ser útiles en algunas enfermedades (epilepsia, dolor crónico, artritis reumatoide, náuseas…), la evidencia científica de su efectividad es escasa o inexistente. Citando un extenso estudio de la Food and Drug Administration, dijo que la decisión “está basada en la ciencia”.

Rosenberg aclaró que mantenerla entre las drogas de la Sección 1 no quiere decir que la marihuana sea tan peligrosa como el LSD o la heroína. Significa solo que no es segura para uso médico y tiene un alto potencial de abuso.

En esta cautela influye muy probablemente el abuso de fármacos opiáceos, que utilizados en principio para el tratamiento del dolor se han convertido en muchos casos en sustancias adictivas y han dado lugar a muertes por sobredosis.

Los que esperaban un cambio por parte de la DEA se quejan que así es más difícil hacer estudios científicos sobre el uso médico del cannabis, con lo que no se podrá saber si tiene efectos terapéuticos.

Sin embargo, la DEA ha dicho que está a favor de que se hagan estos estudios y ha anunciado una medida práctica que puede facilitarlos: se ampliará el número de sitios en los que se permite cultivar marihuana utilizable para estudios científicos. Hasta ahora solo había un centro de este tipo en la Universidad de Mississippi.

Mientras el gobierno federal mantiene su prohibición de la marihuana para usos médicos, 25 estados han aprobado leyes que la permiten a estos efectos, y otros cuatro estados la han legalizado también con fines recreativos. El único modo de resolver este conflicto sería que el Congreso modificara la Controlled Substances Act, para tratar de modo diferente a la marihuana.

Aunque los partidarios de la legalización de la marihuana aducen sus potenciales efectos terapéuticos, la agencia encargada de la aprobación de fármacos, la Food and Drug Administration no ha aprobado hasta ahora ningún fármaco derivado del cannabis.

Una industria para Colombia

En cambio, el gobierno colombiano está decidido a convertir al país en un productor mundial de marihuana medicinal. El Congreso ya aprobó a una ley que regula el uso del cannabis con fines terapéuticos y establece el modo de otorgar las licencias para el cultivo de la planta.

La decisión de la DEA es que la marihuana “no tiene un uso médico aceptado” y sí “un alto riesgo de abuso”

El gobierno ha dado ya tres licencias, para una compañía canadiense y dos colombianas. El primer paso de la concesión permite la fabricación de derivados como los extractos, aceites o resinas, y no el cultivo de marihuana. Una vez se obtiene este permiso, las empresas deben acudir al Consejo Nacional de Estupefacientes, el órgano encargado de otorgar la concesión final para la plantación.

El gobierno colombiano espera dar así una salida legal al cultivo de marihuana, hasta ahora ilícito pero tolerado en amplias zonas. Podría ser también un cultivo sustitutivo al de la coca, que durante mucho tiempo ha beneficiado a la guerrilla. Si se firma la paz entre el gobierno y las FARC, la guerrilla tendría que abandonar este tráfico. Según el Ministro de Sanidad, Alejandro Gaviria, con la transición hacia la marihuana medicinal se trataría de “convertir un problema en una oportunidad”.

Pero, si su objetivo es el mercado norteamericano, antes tendrá que convencer a la DEA de que la marihuana tiene efectos terapéuticos.

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