Medio ambiente: el malentendido entre ciencia y política

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Jean-Paul Dufour explica en Le Monde (París, 20-I-93) algunos malentendidos que existen entre los científicos y los políticos, a la hora de afrontar los problemas de medio ambiente.

«Desde la Cumbre de la Tierra en Río, se nos ha hecho imposible trabajar como antes, seguir cultivando la ciencia por la ciencia, según nuestras propias concepciones». Esta reflexión aparece continuamente en todo debate entre científicos dedicados a la ecología o al medio ambiente.

«Hay un serio problema de comunicación entre los científicos y los planificadores», reconoce François Blasco, investigador de la Universidad Paul-Sabatier, de Toulouse. «Los planificadores reclaman recetas, los científicos responden proporcionando conocimientos». De ahí se derivan una serie de malentendidos, como puede verse por los debates recientes sobre las consecuencias a largo plazo del efecto invernadero, del «agujero en el ozono» o de la deforestación masiva en la Amazonia. Los que adoptan las decisiones políticas y económicas (y también la opinión pública) toman como certezas -positivas o negativas, según sus opiniones- lo que, para los investigadores, no son más que hipótesis de trabajo, a partir de las cuales tratan de delimitar una realidad difícil de aprehender y cuya complejidad aumenta con cada descubrimiento.

Esta situación causa malestar entre los científicos especialistas en medio ambiente. «La ecología necesita ecólogos», clama Pierre Jouventin, secretario general de la Sociedad francesa de ecología, escandalizado de que las administraciones públicas puedan pedir dictámenes a asociaciones de protección de la naturaleza más que a centros públicos de investigación.

Sin embargo, algunos investigadores parecen temer una cierta hegemonía de los ecólogos. «No hay que confundir ecología y medio ambiente», subraya Alain Ruellan, director del Programa interdisciplinar sobre el medio ambiente. La ecología, en cuanto disciplina, es el estudio de los ecosistemas, del medio en que viven y se reproducen los seres vivos. La investigación sobre el medio ambiente es más amplia. «Integra la noción de recurso, trata de definir cómo deben gestionarse las intervenciones del hombre para que no hipotequen nuestro futuro».

Este es un enfoque absolutamente interdisciplinar, en el que intervienen también expertos en climatología, bioquímicos, geógrafos, economistas, sociólogos o etnólogos, e incluso matemáticos e informáticos, que son indispensables para la elaboración y utilización de «modelos» y de bancos de datos. Los ecólogos no pueden, por sí solos, llevar a cabo esta tarea.

En estos asuntos, es de rigor la mayor prudencia, subraya Marcel Jollivet. «Por definición, los problemas de medio ambiente entran en el campo de la conjetura. Las consecuencias nefastas de numerosos fenómenos indiscutibles (efecto invernadero, agujero en el ozono, pérdida de la biodiversidad) no están claramente definidas y demostradas.

«Por otra parte, toda acción tiene forzosamente efectos positivos y negativos. Y aquí interviene el papel fundamental de la política, que debe arbitrar». Y además, como subraya otro investigador, «la noción de preservación que a menudo se pone en primer plano es engañosa: los ecosistemas están en constante evolución. No se trata de preservar, sino de gestionar lo mejor posible el porvenir».

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