El dónut, Amsterdam y la economía circular

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Amsterdam. El pasado mes de abril, en plena emergencia sanitaria por el coronavirus, el ayuntamiento de esta ciudad decidió adoptar oficialmente el modelo de “la economía del dónut”, creado por la profesora británica Kate Raworth (Universidad de Oxford). The Guardian jaleó el anuncio como un gran proyecto para recomponer la economía tras la pandemia. Aquí ya no hay tanto entusiasmo, pero la idea se suma al plan, emprendido antes, de implantar la economía circular.

El artículo del Guardian mostraba con orgullo que Amsterdam era la primera capital del mundo que asumía el modelo dónut. Acompañaba a la noticia una entrevista con la teniente alcalde de la ciudad, Marieke van Doorninck.

El modelo de Raworth, que ella expone en su libro Doughnut Economics: Seven Ways to Think Like a 21st-Century Economist (2017), es una guía para orientar la economía y las políticas, no un recetario concreto de medidas. Según ella, la economía convencional nos ha llevado por mal camino, y por eso propone una hoja de ruta para conducir a la humanidad a un punto ideal donde puedan satisfacerse las necesidades de todos con los recursos del planeta. La sostenibilidad social y medioambiental deberían ser los principios rectores del pensamiento económico del siglo XXI, según la economista británica.

La idea del dónut es sencilla. En el diagrama simplificado, diseñado por Christian Guthier, el círculo interior representa un límite interior social. Abarca desde alimentos y agua potable hasta cierto nivel de vivienda, saneamiento, energía, educación, atención médica, igualdad de género, ingresos y representación política. Nadie debe ser excluido de este, pues en ese caso no podrá cubrir las necesidades básicas.

El gran círculo exterior representa el techo ecológico del sistema terrestre, es decir, los límites que la humanidad no debe cruzar para evitar dañar el clima, los suelos, los océanos, la capa de ozono, el agua dulce y la biodiversidad.

Aplausos y dudas

Amsterdam ha acogido el modelo de Raworth para crear una visión holística de la economía circular, diseñar direcciones de desarrollo relevantes y medir su progreso. El modelo proporciona información sobre la dinámica entre los flujos de materias primas y los problemas ambientales y sociales. También previene sobre efectos negativos secundarios que pueden darse al implementar una economía circular.

En enero pasado, Raworth arrasó con su mensaje en universidades holandesas: en todos los auditorios donde habló, se agotaron las entradas y su mensaje fue muy aplaudido.

Sin embargo, que la ciudad de Amsterdam haya acogido su modelo como brújula ha pasado más desapercibido. “Amsterdam City Donut. De nuevo un gurú izado sobre el mástil”, llevaba como título un artículo de opinión en el diario Het Parool, de la capital. El autor aconsejaba a Van Doorninck ser consciente de que otros políticos anteriores se entusiasmaron con teorías que con el tiempo han sido superadas por nuevos conocimientos. Es decir, esta también tendrá fecha de caducidad.

Amsterdam pide ideas a vecinos y empresas para mejorar los barrios, y ofrece financiación para ponerlas en práctica

Esther-Mirjam Sent, catedrádica de política económica de la Universidad de Nimega, asentía: “Es verdad que la economía dónut es creativa y el mensaje apasionante, pero Ratworth hace una caricatura de la ciencia económica y confunde la ciencia con la política”.

Estrategia circular

La capital de los Países Bajos ya iba por buen camino antes de adoptar el dónut, impulsada por el plan nacional aprobado por el gobierno en 2017, para que en 2050 la economía holandesa llegue a ser totalmente sostenible y circular. Amsterdam, que ya había comenzado a implantar medidas encaminadas a una mayor sostenibilidad medioambiental urbana, elaboró su propio plan de acción para convertirse en una ciudad totalmente neutra en emisiones de CO2.

El documento “Estrategia circular de Amsterdam 2020-2025” insiste en reutilizar, reciclar, recuperar, rechazar, repensar, reducir los bienes de consumo y los residuos . Respecto al tratamiento de residuos, Amsterdam va diez años por delante de los objetivos marcados por la UE, y su sistema tiene fama de ser el más eficaz y competitivo del mundo. Además de generar energía por incineración y tener controlada la emisión de gases contaminantes, recupera residuos de metal y arena que se utilizan para la construcción.

La plataforma de innovación Amsterdam Smart City, formada por ciudadanos, empresas, centros de investigación y sectores de la administración pública, lanzó un proyecto piloto para la ciudad del futuro, con el lema “Creemos mejores ciudades, barrios y calles”. Se dividió la ciudad en siete zonas, y cada una recibió 400.000 euros para mejorarla. Con tal fin se invitaba a ciudadanos y empresas a intercambiar ideas y presentar proyectos. Dave van Loon, que ha investigado los resultados, ha descubierto entusiasmo, pero tambien frustación por la falta de esctructuras o marco adecuado para el reparto de roles, la comunicación y relación con los funcionarios del ayuntamiento.

Moda sostenible

Para el 30 de septiembre, Amsterdam Smart City anuncia el tercer seminario –esta vez online– #NordicTalks Sustainable Fashion Day, dirigido a sensibilizar a la industria y al público sobre el impacto medioambiental de la moda. Algunos puntos del programa: ropa hecha de manera sostenible y ética, que proporcione también a quienes la hacen una vida digna; calidad antes que cantidad; papel de la publicidad: utilizar la moda como fuerza para el bien.

La empresa Plataforma Urbana, especializada en productos ecológicos y que cuenta con numerosos patrocinadores, ha ideado TreeWiFi (WiFi en los árboles), que ofrece conexión a internet gratuita a cambio de aire limpio. Colgará en árboles de la ciudad casitas para pájaros dotadas de sensores e indicadores luminosos para mostrar la calidad del aire. Si el aire es puro (luz verde), el vecindario será premiado con un router para conectarse a internet.

Y respecto a uno de los cambios de vida que nos ha impuesto el covid-19, el 31 de agosto se dio a conocer la iniciativa de unas 50 grandes empresas que han formado la Coalitie Anders Reizen (Coalición Viajar de otra Manera). Se han propuesto reducir los vuelos, reunirse por enlaces digitales y, cuando haya que desplazarse, tomar el tren en lugar de usar el automóvil.

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