Para prevenir el SIDA, cambiar los comportamientos

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El presidente del Comité Independiente Antisida en España, Pedro Pérez Cárdenas, defiende en El País (Madrid, 1-XII-98) que la prevención más eficaz es cambiar los comportamientos peligrosos que son el caldo de cultivo de la enfermedad.

Desde el punto de vista epidemiológico, la prevención más eficaz es abordar la enfermedad en los primeros estadios, más que en los últimos a través de condones y jeringuillas estériles. Por lo tanto, conviene actuar en «el proceso de producción de la enfermedad», luchando para que no crezcan ni las prácticas ni los grupos de riesgo.

(…) Cualquier médico, tratándose de otras enfermedades, aconseja a sus pacientes realizar una prevención primaria. Si alguien tiene una úlcera de estómago, le dirá que no tome comidas fuertes. Si alguien es proclive a la faringitis, el médico le dirá que no debe fumar o exponerse a respirar aire frío.

(…) Se hace necesario un gran esfuerzo de reflexión a nivel internacional que evalúe las causas profundas de esta patología social que es la drogadicción, así como redefinir el papel que la sexualidad humana ocupa en la realización del ser humano. Una sexualidad indiscriminada, a cualquier precio, sin puntos de referencia, desajustada de otras facetas básicas de la persona, convierte al hombre en animal inferior con una existencia patológica.

Con el SIDA no nos encontramos sólo un problema estrictamente sanitario, como querrían algunos, también es un problema ético. (…)

Pero el capítulo de la prevención no es sencillo, pues se trata de una enfermedad del comportamiento. Además de la investigación, las otras soluciones al SIDA deben ya venir de la mano de la educación sanitaria, de la educación sexual y de la transmisión de una serie de valores humanos como la responsabilidad personal que motive a las personas al rechazo de las drogas y de otras conductas de riesgo. (…)

Imaginamos la sociedad dentro de 50 años como lo que es ahora respecto a otras epidemias que, como el cólera, tifus, etcétera, diezmaban las poblaciones, y fueron vencidas. Esas epidemias fueron derrotadas gracias a la investigación, pero sobre todo gracias a la limpieza. Cuando rectifiquemos un tanto los actuales hábitos peligrosos respecto al SIDA y la investigación avance, habremos ganado la batalla. (…)

Recomendar el condón y no la responsabilidad y el rechazo de comportamientos peligrosos es igual de estúpido que un consejo que a veces se ha visto escrito contra el racismo. A los grupos xenófobos no se les ocurre otra cosa para evitar disturbios o problemas racistas que pintar en las calles la siguiente leyenda: «Negro, ayúdanos a combatir el racismo: vuélvete a tu país».

Con esta frase, una persona que no analice bien el problema pensará que tienen razón: si no hay inmigrantes negros, no hay racismo. Pero quien tenga dos dedos de frente se dará cuenta de que aunque esa medida fuera viable, ¿se está atajando la raíz del problema? Esa es la lógica que utilizan también los apologistas del condón.

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