Rápida deforestación de la selva del Amazonas

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En los últimos cincuenta años ha perdido una décima parte de su tamaño

Aunque la selva del Amazonas tiene una extensión de 5,1 millones de Km² (diez veces España), su inmenso potencial no es inextinguible. Menos aún si la deforestación toma un ritmo acelerado. En el último trienio se talaron 47.220 Km² de bosque, extensión que equivale a algo más que Suiza, según detalla el informe publicado a finales de enero por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), de Brasil.

El análisis de las fotografías tomadas por el satélite Landsat revela que la deforestación llegó a su máximo en 1995. Ese año se talaron 29.059 Km² de la selva; más que durante todo el decenio 19781988. En cambio, los dos últimos años las talas se han reducido sensiblemente. Con una mirada retrospectiva, el INPE asegura que en los últimos cincuenta años, la colonización descontrolada de la selva para obtener tierras ha producido la deforestación de 517.069 Km², una décima parte del total.

A juzgar por otro informe publicado el pasado diciembre por una comisión del Parlamento brasileño, la política del gobierno no tiene entre sus prioridades el problema de la rápida deforestación amazónica. El 88% de los proyectos federales de reforma agraria de las tres últimas décadas se han desarrollado en la zona meridional de la selva. Y allí se han entregado a 400.000 campesinos parcelas de tierra nada apropiadas para la agricultura. Por lo que los nuevos dueños no han tardado en vender barata la madera de sus árboles a serrerías y fabricantes de carbón.

La prisa por talar se ha notado en la exportación. En los últimos seis años, las exportaciones brasileñas de maderas tropicales se han cuadruplicado, pasando del 2% al 8% del comercio mundial. Brasil se ha convertido en base de las multinacionales asiáticas, que controlan casi tres cuartas partes del comercio mundial de los bosques tropicales. La compañías japonesa Eidai (del grupo Mitsubishi) y las malayas WTK y Ribunan Hijau han adquirido grandes territorios de la selva con la venia de las autoridades locales.

La avidez de las compañías madereras ha llegado a provocar litigios. Recientemente el Parlamento ha denunciado que 72 reservas de indios han sido invadidas por leñadores de las compañías extranjeras, que aprovechan que el Estado no cuenta con suficientes funcionarios para vigilar tan vasto territorio.

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