Menos publicidad para perder peso, una clave para prevenir trastornos alimentarios

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El 1 de julio, Pinterest –la red social que permite crear y administrar colecciones de imágenes en tableros personalizados– anunció su nueva política de publicidad, en la que prohíbe cualquier anuncio que fomente la pérdida de peso. ¿Una de las razones? El llamativo y preocupante aumento en los trastornos de la conducta alimentaria (TCA).

La progresiva desescalada en gran parte del mundo con respecto a las restricciones establecidas para combatir la pandemia del covid-19 ha despertado una reacción de amor-odio. Por una parte, agradecimiento y expectación por la tan ansiada libertad. Por otro lado, miedo al qué dirán. Cuerpos que son distintos a los prepandemia, con algún kilo de más –o de menos, según como se haga frente a la ansiedad– y que se ven más desprotegidos de ropa gracias al inicio del verano.

En un artículo de opinión, “The Weight-Loss Industry Is Coming for Our Post-Lockdown Bodies”, publicado en el New York Times, la escritora Jennifer Wiener apunta a que la industria dietética y de los falsos milagros ha puesto la diana a los cuerpos posconfinamiento. No era suficiente con sobrevivir a una pandemia mundial, que se ha cobrado las vidas de casi cuatro millones de personas, como para además tener que preocuparse de si el ritmo más pausado y sedentario que tuvo que adoptar el mundo en el último año y medio había añadido algunos centímetros a la circunferencia de la cintura.

Contra los TCA

Pinterest se hizo eco de este fenómeno. Ampliando las restricciones en el contenido publicitario que ya estaban vigentes en la plataforma –píldoras o productos que fomenten la pérdida de peso, liposucciones e imágenes comparando el antes y el después–, esta red social presentó el 1 de julio una actualización en sus políticas de contenido publicitario, que prohíben cualquier mensaje, imagen o testimonio sobre la pérdida de peso. Además, queda también prohibido cualquier referencia al índice de masa corporal (IMC).

Con estas medidas, Pinterest pretende reforzar su plataforma como lugar de inspiración y luchar contra el drástico aumento en los TCA. Estas medidas, desarrolladas en colaboración con NEDA (National Eating Disorder Association), pretenden evitar empeorar la creciente preocupación por la imagen física, el deterioro en la salud mental y el aluvión de recientes casos de TCA en la población. Según cuenta la psicóloga Erin Accurso, directora clínica del programa de trastornos alimentarios de la Universidad de California en San Francisco, al New York Times “los ingresos en nuestra unidad de hospitalización se han disparado en el último año”, recibiendo más del doble de pacientes adolescentes que antes de la pandemia.

Pero ¿a qué se debe este reciente aumento? Entre otros motivos, al aumento en el uso de las redes sociales, y la ansiedad e incertidumbre provocadas por el covid-19.

Menos vida social, más internet

La creciente transición de actividades offline a una mayor presencia en medios digitales no ha pasado desapercibida. En España se ha visto un llamativo aumento en la creación de perfiles en redes sociales en 2020 –Instagram es, con el 49% de nuevos usuarios, el líder en el ranking de redes– y un incremento en el tiempo empleado en ellas, con una media de casi dos horas diarias.

Un estudio muestra la relación entre el número de horas pasadas en plataformas visuales –Instagram y Snapchat– y el aumento en comportamientos alimentarios desordenados

Si bien su uso puede ser una fuente de conexión y entretenimiento –sobre todo para los más jóvenes–, el escrutinio de imágenes de conocidos e influencers en las redes sociales altamente visuales puede conllevar un deterioro de la salud mental.

Hay numerosos estudios que investigan el efecto del uso de las redes sociales sobre el desarrollo de TCA, porque lo que los adolescentes ven en las pantallas influye. Uno de ellos,  publicado en el International Journal of Eating Disorders sobre la relación entre el uso de redes sociales y los TCA en jóvenes adolescentes, expone que tener un mayor número de cuentas en distintas redes sociales está relacionado con tener valores más elevados en el cuestionario sobre desórdenes alimentarios. También refleja una relación entre el número de horas pasadas en plataformas visuales –Instagram y Snapchat– y un aumento en comportamientos alimentarios desordenados.

Come sano, haz deporte

Una mayor disponibilidad horaria, el frigorífico a pocos metros y la disminución de la actividad física –unidos al miedo de que estos factores incrementen el peso corporal– llevó a que el contenido en redes sociales del último año se centrase en comida sana y ejercicio físico, temática que puede ser difícil de manejar para personas que están desarrollando un TCA o se están recuperando de él.

Para Marta (nombre ficticio), una joven española que fue diagnosticada con anorexia nerviosa y ejercicio compulsivo a los 20 años, no ha sido un año fácil. Según cuenta a Aceprensa, también para ella hubo un aumento en el uso de las redes sociales –mayormente Instagram– y su consiguiente exposición a contenido de índole restrictiva. “Es difícil de ver cómo se están promoviendo comportamientos que a ti te han llevado a enfermar y no caer otra vez en ellos.” Lleva tres años en terapia, primero interna en un hospital, después en clínica de día y ahora de forma ambulatoria. “La promoción de comportamientos insanos en las redes sociales es una realidad. Puede que no sea identificable para todo el mundo, pero sí que estamos expuestos a un constante ‘ahora ayuno, ahora dejo los hidratos, ahora hago ejercicio mañana, tarde y noche.’ Y eso es mentalmente agotador.”

“Alejarme de anuncios e ideales que solo fomentaban el odio a mí misma y rodearme de mensajes positivos y que fomentasen el amor propio fue clave”, dice Marta

Según ella, no cree que las redes sociales sean las culpables de los TCA –son enfermedades mentales muy complejas, con sus orígenes en la falta de control de la propia vida y una profunda infelicidad– pero sí que pueden ejercer como acelerador. Recetas healthy, vidas perfectas, fotos en bikini. Con ese panorama solo se llega a una conclusión: si cocino esto, si adelgazo, si me esfuerzo un poco más, seré feliz. Seré capaz de tener, aunque sea solo una cosa, bajo control.

Inspiración “online”, pero maligna

Cuando se busca controlar el peso, Internet y las redes sociales son el principal lugar al que acuden los jóvenes. Según una encuesta publicada por Common Sense Media, entre los adolescentes que buscaron información sobre la salud entre septiembre y noviembre de 2020, las búsquedas de información sobre fitness y ejercicio ocuparon el segundo lugar después de las búsquedas de contenido relacionado con covid-19.

Los resultados que encuentran –fitspiration (inspiración para hacer ejercicio) o thinspiration (inspiración para estar delgado)– pueden ser dañinos y fomentar los desórdenes alimentarios. Según cuenta en el New York Times la Dr. Austen, profesora en el T.H. Chan School of Public Health de Harvard y científico investigador de la División de Medicina de Adolescentes y Adultos Jóvenes del Boston Children’s Hospital, los algoritmos registran la información de búsqueda y están “diseñados para proporcionar contenido dañino sobre la pérdida de peso a los usuarios que ya están luchando con su imagen corporal”. Un ejemplo, anuncios de suplementos dietéticos peligrosos.

Para Marta fue indispensable tomar distancia de ciertos temas para llegar a donde está hoy, clínica y mentalmente estable. “Es una realidad que no hubiese podido curarme sola, estaba muy enferma y necesité bastante ayuda profesional. Pero el alejarme de anuncios e ideales que solo fomentaban el odio a mí misma y rodearme de mensajes positivos y que fomentasen el amor propio fue clave.”

Cree que la decisión de Pinterest es un buen paso –podría incluso servir a otras redes sociales de ejemplo para ser conscientes de la influencia que ejerce sobre la salud mental lo que se ve online–, pero no es una protección completa. Aún se sigue pudiendo ver contenido enfocado a la pérdida de peso y alimentación muy restrictiva –dietas extremas que fomentan el no comer– y las personas que están desarrollando un TCA, sobre todo los más jóvenes, son muy vulnerables ante ello. “No se va a poder controlar todo. El trabajo en la propia salud mental es indispensable, pero sí que es esperanzador saber que se van a dejar de ver auténticas barbaridades anunciadas, que encima te asaltan en las redes sin previo aviso.”

La pandemia, en sí, otro catalizador

El aumento en la ansiedad e inseguridad ante el panorama incierto de la pandemia ha sido un caldo de cultivo para reforzar o empeorar TCA ya existentes. La falta de control por poder llevar a cabo las rutinas prepandemia de trabajo, estudios y actividades diversas, la falta de acceso a ciertos alimentos y la incapacidad para hacer ejercicio fueron especialmente desafiantes para personas con trastornos de la conducta alimentaria.

Un estudio piloto realizado por la Unidad de TCA en el Departamento de Psiquiatría del Hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona) monitorizó, mediante una encuesta telefónica, las primeras dos semanas de confinamiento en pacientes con TCA. La mayoría de los pacientes presentaban preocupaciones sobre el aumento de las incertidumbres en sus vidas: el riesgo de infección por covid-19 de ellos mismos o sus seres queridos, el impacto negativo en su trabajo y su tratamiento. Además, el 56,2% comunicó síntomas de ansiedad adicionales.

La preocupación por la alimentación, la forma y el peso aumentaron durante la pandemia

En una encuesta online –realizada conjuntamente por el Hospital Universitario de Friburgo, la Ludwigs-Maximilian Universität y la Clínica Schoen– a pacientes con anorexia nerviosa, dados de alta del tratamiento hospitalario poco antes del inicio de la pandemia, el 70% informó que las preocupaciones por la alimentación, la forma y el peso, el impulso para realizar actividad física, la soledad, la tristeza y la inquietud interior aumentaron notablemente durante la pandemia.

No es una frivolidad

Para Marta, estos resultados no son sorprendentes. También ella vivió el inicio de la pandemia con miedo a una recaída, por la inicial falta de alimentos y por el cambio de rutinas, que eran su guía en el día a día. “Ver las estanterías del supermercado vacías asustaba. También el repentino cambio, el miedo, la incertidumbre. Intentar buscar el control en estas situaciones es un instinto directo, y para personas con TCA supone controlar la comida. Hacen falta buenas herramientas cognitivas para buscar otras formas de actuar.”

Para ella y otras personas con TCA, establecer nuevas rutinas diarias, mantener las horas establecidas de comida y crear un plan de actividades agradables fueron las estrategias más favorables a la hora de asimilar la nueva situación. También herramientas como la meditación y ejercicios de respiración fueron de gran ayuda. “Puede parecer que, con la que estaba cayendo, era frívolo tener estos problemas. Pero es una enfermedad mental que, sobre todo en época de crisis, requiere de apoyo y comprensión externas.”

Helena Farré Vallejo
@hfarrevallejo

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