Criptoarte: ¿revolución artística o un nuevo formato de especulación?

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Everydays: The First 5000 Days, de Mike Winkelmann (Beeple)

 

El arte, con todo su potencial creativo, se mantiene en constante evolución. Sin embargo, recientemente ha cambiado también la manera en la que puede poseerse el arte: concretamente, algunos tipos de obras que no se pueden colgar en una galería, como el arte digital. Esto ha sido posible a través de los NFT (Non-Fungible Tokens).

Los NFT utilizan la misma tecnología que las criptomonedas para asegurar uno o varios originales de una obra de arte, de la misma manera que hay un número limitado de monedas. Se trata de un vale (token) digital encriptado con la firma del artista en una cadena de bloques (blockchain), de manera que pueda llevarse la contabilidad digital y verificar la autenticidad y la propiedad de las obras.

En efecto, con la tecnología del blockchain, cada nodo de la red almacena la información propia y la anterior, encadenando los datos y asegurando la trazabilidad de las transacciones, como en un registro. Esta firma digital hace que la obra de arte creada sea diferente a cualquier copia, eliminando así la posibilidad de que una captura de pantalla tenga el mismo valor que el original. Cada pieza tiene un identificador exclusivo que sirve para reconocerla y para verificar y rastrear su historial, eliminando así la posibilidad de “piratear” la obra, o al menos asegurando que se pueda identificar la obra original. A esto es a lo que se le llama tokenizar o acuñar. Una vez hecho esto, la pieza puede apreciarse o depreciarse monetariamente según la oferta y la demanda.

Garantía de originalidad

Esto es especialmente valioso para el mundo del arte digital, que puede copiarse y difundirse indefinidamente, por lo que no tiene el valor que otorga la originalidad. Los NFT acaban con este problema, pues garantizan al comprador que tendrá un verdadero original del artista. Esto, además, aumenta el valor de la pieza, pues limita su reproducción y la convierte en un bien único o escaso. Lo que también genera una ventaja para el artista, que tiene nuevas herramientas para proteger su autoría y su obra.

Los NFT, al garantizar la originalidad de una pieza digital, permiten ventas directas a compradores de cualquier parte del mundo, sin necesidad de intermediarios

Además de garantizar los originales, los NFT permiten hacer ventas directas a compradores en cualquier parte del mundo, por lo que puede ser también un primer inicio para un mercado del arte más popular y directo, sin necesidad de un intermediario, como una galería o una casa de subastas. Por ello, muchos artistas aseguran que el criptoarte es un arte de resistencia que, al igual que el bitcoin, nace con un deseo de un Internet más abierto y transparente, con mayor privacidad para los usuarios y un control más descentralizado.

Tokenizar el arte tiene numerosas ventajas que vienen con la tecnología blockchain: antifalsificación, historial de precios y propiedad, programabilidad, etc. Por ello, muchos artistas y compradores han visto en los NFT una revolución en el mundo del arte. Pero ¿se trata realmente de una revolución artística?

Mercado del arte y especulación

El mercado tradicional no quiere quedarse atrás e intenta sumarse a la fiebre de los NFT. Hace unas semanas se vendió por primera vez una pieza de arte digital a través de NFT en una subasta importante. La obra subastada fue Everydays: The First 5000 Days, de Mike Winkelmann (Beeple) y alcanzó la suma de 69,3 millones de dólares en una subasta en línea de la casa Christie’s. La obra es un collage de 5.000 imágenes que tardó 13 años en realizarse. El precio de salida era de tan solo 100 dólares, pero los más de 350 potenciales compradores llevaron la cifra al cielo, colocando a Beeple cerca de los artistas vivos más caros, como David Hockney y Jeff Koons.

Los NFT no son el futuro del arte, pero quizás sí sean el futuro de su monetización

Tradicionalmente, la compra de arte es vista ya como una forma de inversión y no solo de colección o gusto artístico. Muchas personas deciden adquirir piezas con vistas a la posible reventa. En este sentido, los NFT no son más que una nueva moneda para realizar transacciones en el mercado artístico.

Todo esto ha generado dudas sobre una posible burbuja de los NFT, y muchos se preguntan si valdrán algo dentro de diez años. Como hemos dicho, los NFT son una forma de adquirir activos, de comprar “algo”. Por eso, la burbuja va a depender no de los NFT en sí mismos, sino de si ese “algo” sube o baja de precio (lo que probablemente vaya a ocurrir en muchas de las cosas que hoy se están comprando frenéticamente, pero con otras probablemente no…). Como en todo, hay cosas que son buena inversión y cosas que no. La inversión en sí misma no es los NFT, sino lo que se compra con ellos. Por eso, personas como Fred Ehrsam, cofundador de coinbase, asegura que el 90% de los NFT comprados actualmente no tendrán valor pasados 5 años.

El futuro del arte (y de otros activos)

Hace unas semanas, Christopher Torres, el creador del GIF Nyan Cat se hizo viral por la venta de su animación del pop-tart cat por casi 600.000 dólares. Estas ventas han motivado a otros creadores de memes a vender sus particulares creaciones: tal ha sido el caso de Disaster girl, Overly attached girlfriend y Grumpy cat, que se han vendido en subastas de NFT por cientos de miles de dólares.

Meme “Disaster Girl”

La venta de intangibles (música, arte digital, etc.) encuentra en los NFT una forma ideal para monetizar y comercializar los activos. Sin embargo, es posible que otros activos tangibles también se valgan de los tokens no fungibles para comercializarse a través de transacciones protegidas por la cadena de bloques. De esta forma, las personas podrán adquirir cosas como cuadros o esculturas a través de NFT. La ventaja está en que no se necesita un único comprador: los activos físicos pueden tokenizarse, y de esta forma muchas personas pueden adquirir una fracción de un activo que de otra forma habría estado fuera de su alcance, como una pintura famosa. Se trata de un único original con varios dueños que pueden comprobar su transacción debido a que esta queda registrada en el blockchain.

Para muchos, los NFT son el futuro del arte, pues permiten monetizar y comercializar de una forma novedosa, y, por tanto, dar valor económico y capacidad de subsistencia a los artistas digitales, así como un nuevo mercado para los artistas tradicionales. Este criptomercado ha surgido como algo que atrae a nuevos compradores, por lo que su éxito no necesariamente implica un descenso en el mercado tradicional.

En cuanto al futuro, el arte es independiente de su monetización, y lo demuestra precisamente el hecho de que el arte digital, aun cuando no era monetizable y nadie ganaba dinero con él, se venía realizando desde hace años. “Los artistas han estado usando hardware y software para crear obras de arte y distribuirlas en Internet durante los últimos veinte años, pero nunca hubo una forma real de poseerlas y coleccionarlas”, explicó Mike Winkelmann en un comunicado de prensa, después de la venta de su obra en Christie’s. De hecho, el arte digital incluso se exhibía de forma física antes de poder ponerse en venta a través de NFT.

Por ello, es importante distinguir entre el empuje artístico y la capacidad de crear cosas nuevas (como las obras de Winkelman o los memes antiguos que ya existían desde antes de que pudieran comercializarse) –ya sean digitales, visuales, musicales, etc.– y la capacidad que los artistas tienen de generar dinero de sus obras. Los NFT son una cuestión de infraestructura financiera, pero no de arte en sí mismo ni de su valor propio. El valor del arte no es únicamente el valor monetario que genera. Por lo tanto, los NFT no son el futuro del arte, pero quizás sí sean el futuro de su monetización.

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