La carrera por acceder a las mejores escuelas en China

Fuente: The Economist
publicado
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Aunque la asignación de escuela por lugar de residencia siempre ha sido la norma en China, hasta ahora se esquivaba con relativa facilidad. Pero el Ministerio de Educación ha decidido aplicarla con rigor: desde el curso próximo, todos los estudiantes de primaria y el 90% de los de secundaria tendrán que matricularse en la escuela más cercana a su domicilio legal, y los colegios, al parecer, se están tomando la decisión gubernamental con más seriedad que antes.

Un artículo de The Economist ilustra, sin embargo, cómo los más adinerados se saltarán a la torera la nueva disposición.

El redactor nos transporta a una vetusta vivienda del centro de Pekín, con espacio únicamente para una cama, un armario y un escritorio destartalado. Pero dos agentes inmobiliarios dicen al anciano propietario que el inmueble vale 3,9 millones de yuanes (630.000 dólares). A 353.990 yuanes el metro cuadrado, tiene un precio superior al de cualquier vivienda aristocrática alrededor del Central Park neoyorquino, y eso que no cuenta siquiera con baño y cocina propios. Está, sin embargo, muy próximo a la Escuela Primaria Experimental número 2, una de las mejores de la capital china.

Aunque en meses recientes, los precios de la vivienda se han ido estabilizando en la mayor parte de los sitios, después de un congelamiento de años, eso no está sucediendo en el entorno de los buenos colegios. Ahora, incluso en las propiedades menos valoradas en esas áreas, el metro cuadrado pueden costar 10 veces el promedio de lo que cuesta en el resto de la ciudad. Poco les preocupa a los compradores que la vivienda sea mala, pues no la usarán para vivir: será su domicilio ficticio, para matricular al hijo en la escuela deseada.

De tal modo, los ricos preservarán sus privilegios, y se reforzará el estatus de excelencia de las mejores escuelas. Aquellas capaces de atraer a los más adinerados y mejor conectados, así como a los más brillantes, estarán en condiciones de reclutar a los mejores profesores, y con la ayuda del “cash” de los padres, podrán pagar los mejores equipos e instalaciones (el Estado hace la vista gorda ante estas desigualdades entre las escuelas). Muchos progenitores están dispuestos a pagar precios muy altos para que sus hijos puedan acceder a las relaciones que facilitan estos centros: las redes de graduados de las mejores escuelas estatales chinas son tan buenas abriendo puertas como sus equivalentes privadas en el Reino Unido.

Con inteligencia, los estudiantes pueden incluso tener algún empujoncillo: de he ahí la razón de la fiera competencia por las plazas de las mejores guarderías para preparar a los chicos de cara a los exámenes de admisión a esas escuelas, unas pruebas que son práctica común, aunque no autorizada oficialmente. Y los trucos de los padres son también cruciales. Un término comúnmente usado para referirse a la ordalía de poder matricular a los hijos en las mejores escuelas es pindie, que significa, literalmente, “la carrera de papá».

Las autoridades de Pekín dicen querer nivelar el campo de juego: se anima a las escuelas de excelencia a compartir instalaciones con las de menos recursos, y a abrir sucursales que hagan más fácil el acceso a ellas. “Tienes que confiar en el gobierno”, dice una madre adinerada junto a una máquina de café en el Moi, un café finés en la capital. Pero ella ha confiado en el pedigrí familiar para matricular a su hija de siete años en la misma escuela que los nietos de los líderes chinos, y ahora se ha comprado por 5 millones de yuanes un apartamento cercano para asegurarle un puesto allí a su hijo más pequeño.

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