Entrenadores personales para el matrimonio

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Mary-Rose y Ryan Verret, casados y padres de cinco hijos, son los fundadores de Witness to Love (Testimonio de amor), un innovador sistema de preparación al matrimonio que además garantiza el apoyo a los nuevos esposos tras la boda.

Desde que san Juan Pablo II hizo un llamamiento en la Familiaris consortio a mejorar la preparación al matrimonio y el acompañamiento a los recién casados, reiterado luego por Benedicto XVI y por Francisco, han ido surgiendo iniciativas católicas que combinan la formación sobre el sacramento del matrimonio con la enseñanza de hábitos y herramientas prácticas para fortalecer la vida conyugal.

“Queremos el tipo de preparación al matrimonio que cambie nuestras vidas. Estamos dispuestos a trabajar; queremos aprender y crecer”

Entre los más novedosos que menciona la web For Your Marriage, de la Conferencia Episcopal estadounidense, están los que parten de la “teología del cuerpo” desarrollada por el Papa polaco, o los que se apoyan en la experiencia de matrimonios que acompañan de forma personal a los prometidos.

Sin embargo, la modalidad de preparación al matrimonio más arraigada en muchas parroquias sigue siendo la de los cursos de unos pocos días. Es cierto que este formato facilita una formación básica a parejas con disposiciones y circunstancias vitales muy distintas. Pero cabe preguntarse hasta qué punto la nivelación hacia abajo puede estar desalentando propuestas más creativas y exigentes.

“La preparación al matrimonio no ha experimentado innovaciones significativas en décadas”, lamentan los Verret en The Federalist. Y eso a pesar de que los actuales cursos no están sirviendo para rebajar sustancialmente el número de divorcios. En cambio, en aquellas parroquias que han incorporado el programa Witness to Love –aseguran– el porcentaje de divorcios en los cinco años posteriores a la boda ha descendido de forma notable.

Tu matrimonio puede cambiar el mundo

Al igual que los cursos tradicionales, Witness to Love proporciona formación doctrinal. Pero, además, aporta un enfoque “más personal” y “centrado en las virtudes”, a través de la figura de los mentores, un matrimonio de la parroquia al que los prometidos eligen para que les acompañen los meses previos a la boda y en sus primeros años de casados.

A los mentores se les pide unos requisitos mínimos, como llevar al menos 5 años casados por la Iglesia, ser practicantes, no ser familiares de los novios, etc. En su tarea de acompañamiento, también les ayudan a cultivar su vida de fe y a integrarse en la comunidad parroquial. La idea es evitar el aislamiento de las parejas que, tras la boda, pierden la experiencia comunitaria de la fe.

Los Varret animan a los matrimonios con experiencia a implicarse en la pastoral familiar de sus parroquias. Así, muestran a los recién casados que la Iglesia no es ajena a sus alegrías y luchas cotidianas. Los mentores no solo ayudan a otros a vivir el matrimonio: también fortalecen la propia vida conyugal. Se trata –como dice la web de Witness to Love– de “un modelo de evangelización 2×1”.

Al frente de cada equipo de mentores hay un coordinador que se encarga de poner en marcha el programa en la parroquia, además de un sacerdote o un diácono. A su disposición tienen distintos recursos: vídeos formativos, un libro de ejercicios para los prometidos, un manual para los mentores, que les da consejos prácticos y les exhorta a cambiar el mundo con su matrimonio…

Testigos de carne y hueso

El sistema de los Verret puede ser particularmente útil en un momento en que la falta de confianza en la institución del matrimonio puede ser un obstáculo para los grandes compromisos. Los jóvenes necesitan modelos que les enseñen a encarnar en la vida cotidiana su aspiración a un amor para toda la vida. El testimonio de los mentores es una forma concreta de enseñar la “pedagogía del amor” de la que hablaba Francisco en Amoris laetitia: junto a la formación doctrinal y “los preciosos recursos espirituales que siempre ofrece la Iglesia”, como los sacramentos y la oración, aconsejaba completar la pastoral del matrimonio con “caminos prácticos, consejos bien encarnados, tácticas tomadas de la experiencia, orientaciones psicológicas” (n. 211).

Los participantes en el programa Witness to Love buscan ejemplo en los mentores, pero también la claridad con que les hablan cuando no enfocan bien un asunto. Como dicen Mary-Rose y Ryan Verret en su artículo, buscan “amistad, conexión, autenticidad, apoyo, verdad y alguien que les acompañe” y les anime a vivir la fe dentro de comunidades de carne y hueso.

Otra razón para este tipo de programas: hay demanda. Aunque no faltan jóvenes que ven en los cursos prematrimoniales un mero trámite, la realidad es que otros desean poner unas bases sólidas para su matrimonio. Quieren “el modelo deluxe”, en palabras de una pareja de prometidos que fue a la parroquia en busca de cursos más exigentes que los que les ofrecían. Y añadían: “Queremos el tipo de preparación al matrimonio que cambie nuestras vidas. Estamos dispuestos a trabajar; queremos aprender y crecer”.

 

Los jóvenes necesitan modelos que les enseñen a encarnar en la vida cotidiana su aspiración a un amor para toda la vida

 

Eso sí, advierten los Varret, los jóvenes tienen que “ver el valor de lo que se les ofrece, para que estén dispuestos a invertir tiempo y energía en ello”. Algo que, en opinión de este matrimonio, no se consigue solo con charlas impartidas por desconocidos.

Los fundadores de Witness to Love también parecen seguir otra recomendación de Amoris laetitia: el impulso de “una pastoral positiva, acogedora, que posibilita una profundización gradual de las exigencias del Evangelio” (n. 38). En este caso, la “gradualidad de la pastoral” (n. 293-295) de la que hablaba Francisco siguiendo a Juan Pablo II, se concreta en un programa específico para católicos casados por lo civil que se preparan para casarse por la Iglesia, una situación que la secularización ha hecho más frecuente en los últimos años. Este programa arrancó en febrero de 2019 y ya ha llegado a 9 diócesis.

“Cuando la preparación al matrimonio es personal, impulsada por las relaciones, centrada en la comunidad, la amistad, el crecimiento en la virtud y el acompañamiento auténtico –concluyen los Verret–, los matrimonios formados en este enfoque son una fuerza pujante que renovará las iglesias y las familias (…). Hemos visto que las relaciones auténticas pueden transformar los matrimonios y, a su vez, la sociedad”.

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