La apoteosis de las pantallas

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Las pantallas se han llevado el protagonismo en estos casi tres meses de estado de alarma por el coronavirus en España. Así lo ha constatado un estudio de la plataforma Empantallados y la empresa GAD 3, con entrevistas a padres con hijos menores, realizado a finales de mayo: entre el teletrabajo de los mayores y las clases online de los niños y adolescentes, el uso de estos dispositivos se ha disparado como nunca antes.

El ya acostumbrado recelo hacia el móvil, el ordenador o la tablet porque “distraen” de la actividad presencial y del conocimiento directo del medio, parece haberse atenuado bastante: el 85% de los padres y madres consultados dice haber realizado más actividades con pantallas en familia, como ver películas y series, mientras que un 75% agradece que les hayan servido como medio de comunicación con familiares y amigos, justo cuando el distanciamiento social se dejaba sentir con mayor crudeza.

Respecto a la utilización de estos medios en la enseñanza, buena parte de los adultos (59%) ha expresado una opinión positiva sobre la educación online, hasta hace poco una incógnita con más contras que pros, pero que ahora, al hacer presencia en muchos hogares, ha sido examinada más de cerca. De hecho, uno de cada dos padres ha comprado un dispositivo electrónico, bien para teletrabajar, bien para que sus hijos los utilicen en sus clases a distancia. El 85% de todos los progenitores consultados opina que, en adelante, las tecnologías se emplearán más intensamente en el ámbito estudiantil, y el 77% cree que ello conllevará una actualización del profesorado.

No todo, desde luego, son parabienes. A los adultos les preocupa, ahora más que en los tiempos anteriores al Covid-19, que sus hijos se vuelvan dependientes de las redes sociales, que los datos personales de estos queden accesibles, y también que su imagen se sobreexponga en esos medios.

El 85% de los padres consultados estima que, en adelante, las tecnologías se emplearán más intensamente en el ámbito estudiantil

Habría también problemas de salud, como el deterioro de la vista y los trastornos del sueño, y algunos de corte psicológico: el 40% de los padres señaló que el consumo de ciertos contenidos en las pantallas puede inducir en sus hijos una ausencia de empatía y una tendencia a la superficialidad. También darían pie a una mayor conflictividad intrafamiliar, según el 25% de los entrevistados.

No obstante, pesa más lo positivo. Según el 67% de los participantes en la consulta, ha habido más beneficios que riesgos en el uso de la tecnología durante esta temporada. Gracias, en parte, a una de las posibilidades, la del teletrabajo, la mayoría delos progenitores aseguran sentirse ahora más unidos a sus hijos.

Útiles durante, útiles después

Estar tanto tiempo entre cuatro paredes ha empujado a jóvenes y mayores de muchos países a prestar más atención que de costumbre –y ya era bastante– a las pantallas, bien por estudio, trabajo u ocio. La empresa de análisis App Annie ha verificado que el aumento del uso ha seguido el derrotero del coronavirus: primero se detectó en China, después en Corea del Sur, en Japón, en Europa y en EE.UU. En Italia, por ejemplo, ha sido del 39%; en Francia; del 25%, en el Reino Unido, del 17%, y así.

En el último país también se ha incrementado en cada casa el número de dispositivos conectados a Internet: de 10,3 en diciembre pasado a 11,6 en mayo. Y con  más de ellos, también más tiempo que se les dedica: si antes de la llegada de la pandemia y el consecuente confinamiento los británicos pasaban cinco horas trabajando con pantallas, ahora lo hacen 8.30 horas, un 67% más, según una encuesta de la empresa Opinium a 2.000 adultos. También ha crecido el tiempo empleado con ellas en tareas escolares –de dos horas y media a tres horas y media–, e igualmente en videollamadas, visionado de películas y series, compras online, redes sociales, etc.

Igualmente, en Canadá las pantallas conectadas han tenido su agosto. Las videollamadas han crecido un 43%, y el visionado de materiales en Netflix y otras plataformas de streaming lo han hecho un 53%, según los números registrados por la Asociación de Tecnología del Consumidor (CTA).

“La crisis actual podría tener efectos duraderos en el consumo canadiense de tecnología, ya que más de dos de cada cinco ciudadanos (el 43%) dijeron que quieren seguir utilizando estos productos y servicios después de la pandemia”, dice Lesley Rohrbaugh, director de Investigación de la CTA, y añade que, al 65% de los encuestados, las tecnologías domésticas “les ayudaron a sentirse menos aislados durante el período de confinamiento”.

El aumento del uso de pantallas conectadas a Internet ha ido siguiendo el derrotero geográfico del coronavirus

Por su parte, en Bélgica, la Caja de Subsidios Familiares efectuó un sondeo en dos momentos –a principios de marzo y a mediados de abril– para conocer la evolución de los hábitos durante la etapa de mayores restricciones. Entre los resultados obtenidos está que el 60% de los menores de 13 años incrementaron su tiempo de uso de las pantallas, lo que, de modo congruente, aumentó también la preocupación de los padres (uno de cada dos lo manifestó). El 34% de los progenitores dice haber observado efectos negativos relacionados con ese mayor consumo, como el nerviosismo, la agresividad, la fatiga o la falta de concentración.

La parte positiva es que, por esa vía, seis de cada diez niños recibieron y completaron tareas o ejercicios escolares, y uno de cada diez recibió formación extra, como un idioma extranjero o habilidades para tocar un instrumento musical.

En cuanto a los propios padres, más del 40% dijeron estar trabajando desde casa, la mitad de ellos, con por lo menos dos niños en torno suyo. Esto, al 10% de los teletrabajadores les restaba concentración, por lo que descartaron que las pantallas les fueran realmente todo lo útiles que hubieran querido.

Están por perfilar, en definitiva, los modos y los tiempos, pero los dispositivos tecnológicos han estado aquí, en modo ensayo involuntario, durante estos meses, y han resuelto –más  que creado– problemas. En muchos hogares lo pueden atestiguar.

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