Imagine que llegan a su casa dos miembros de una institución gubernamental de protección a la infancia. Mientras usted conversa con los supervisores, su pequeña hija se le acerca y le dice que tiene hambre, y usted le da una barra de chocolate como tentempié. Los funcionarios escuchan y toman nota. Reparan incluso en que en una parte del techo hay una telaraña. Poco después se despiden y se marchan.
Días más tarde, se presentan a su puerta nuevamente, acompañados de la policía, y se llevan a a su hija, a la que internan en un centro de menores tutelado por el Estado.
Sucedió en Noruega. Según el testimonio recogido por la
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