Incentivos a la natalidad: en busca de la fórmula mágica

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Las estimaciones del número de nacimientos en varios países apuntan a una caída progresiva, acentuada por la pandemia. Preguntamos a dos especialistas sobre las posibilidades de revertir la situación.

Más allá de la coyuntura actual, ¿por qué cada vez nacen menos bebés? Muchas explicaciones ponen el acento en la crisis económica. Sin embargo, para Santiago Carbó, catedrático de Economía de la Universidad de Granada y Director de Estudios de Funcas, no es el único condicionamiento. También hay que tener en cuenta los “planteamientos culturales que se arraigan con el tiempo” y los incentivos a la natalidad.

“No hay una relación claramente establecida entre tasa de natalidad y ciclo económico”, explica. “En España cayó durante los 80 y primera mitad de los 90, se elevó desde finales de los 90 hasta la crisis financiera y volvió a caer después. En los últimos años siguió cayendo a pesar de la reducción del desempleo, tal vez porque, precisamente, se trata de empleos menos estables”.

En cuanto a los incentivos, Carbó considera que en España tienen un efecto anuncio. “Las medidas de incentivos más convencionales (aumento de las semanas de baja tanto maternal como paternal y prestaciones por cada hijo a cargo) parecen haber tenido algún efecto positivo en España, pero un efecto que parece disiparse cuando la medida lleva algunos años en marcha”.

También señala un desequilibrio en la opinión pública. “En el debate público se habla poco de los jóvenes y de temas de natalidad; todo gira casi siempre sobre pensiones, que se llevan toda la atención política también”.

Carbó reclama un sistema más profundo de incentivos, con ayudas combinadas. Es lo que están haciendo los países más activos en el fomento de la natalidad, como Francia y Suecia. Como aspecto esencial del éxito de estas medidas, señala “su mantenimiento en el tiempo. Se ha esperado hasta ver resultados, ha habido paciencia”.

Aunque todavía no se ha encontrado “una fórmula perfecta” de medidas combinadas para impulsar la natalidad, este experto cree que “la posibilidad de horarios para conciliar vida laboral y familiar, la gratuidad de la educación infantil y los incentivos fiscales parecen ser una combinación relativamente efectiva”.

Valorar la maternidad

Acerca de la conciliación entre trabajo y familia, hemos consultado a María Teresa López López, profesora honorífica de la Universidad Complutense de Madrid y ex directora de la Cátedra Extraordinaria de Políticas de Familia en esa universidad. López sostiene que determinadas medidas, como los permisos de maternidad y paternidad, “están orientadas a la búsqueda de igualdad de comportamientos entre hombres y mujeres”. De esa manera, afirma, “se está evitando reconocer que las desigualdades no provienen solo del hecho de ser hombre o mujer, sino –y sobre todo– del hecho de ser madres, produciéndose una doble desigualdad en este colectivo de mujeres, por ser mujer y también por ser madre”.

Para esta experta en políticas sociales y de familia, que fue la primera decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense, “la maternidad genera desigualdades que hay que proteger, porque la madre experimenta una realidad biológica que no experimenta el padre”.

A la vista de la última Encuesta de Población Activa, López comenta: “El mercado de trabajo refleja las diferencias entre hombres y mujeres, pero también refleja las diferencias entre mujeres con y sin hijos. Los datos muestran claramente que en el mercado de trabajo se está penalizando la maternidad”.

Por eso, propone: “Lo primero que habría que hacer es valorar la vida y la maternidad, con políticas de apoyo. Empezando desde antes del embarazo, de forma que cuando una mujer se plantee la posibilidad de quedarse embarazada se sienta respaldada por la sociedad”.

Las ayudas económicas siempre son bienvenidas, pero a su juicio no son lo primordial. “En el ámbito del mercado laboral harían falta medidas como contratos específicos, que protegieran a las mujeres embarazadas. Culturalmente, ayudaría a cambiar los comportamientos, porque muchas mujeres, al quedarse embarazadas, sienten el rechazo de sus compañeros”. En definitiva, “sería necesario recuperar el valor de la palabra maternidad”.

Entre otras medidas, aboga por mecanismos que permitan el “empleo a tiempo parcial, con vuelta inmediata transcurrido un año y sin penalizaciones económicas, que impida que las mujeres salgan del mercado de trabajo”. También ve necesarias “medidas de flexibilización horaria que permitan compatibilizar los horarios laborales con los familiares, y los calendarios escolares con los laborales”, así como el desarrollo del teletrabajo.

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