La ONU crea el Consejo de Derechos Humanos

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El 15 de marzo, la Asamblea General de la ONU aprobó las normas de composición y funcionamiento del nuevo Consejo de Derechos Humanos. La creación de este órgano, en sustitución de la Comisión de Derechos Humanos, fue uno de los puntos en los que se comprometieron los Estados en septiembre de 2005 al suscribir la declaración del 60 aniversario de la ONU (ver Aceprensa 108/05). El Consejo contará con menos países, 47, frente a los 53 que formaban la Comisión. Con el fin de lograr una distribución más equitativa se ha modificado el número de asientos reservados a los distintos bloques geográficos: Europa y los países occidentales, incluidos Canadá y a EE.UU., tendrán tres representantes menos -7 en vez de 10-; África se ha quedado con 13 de los 15 que tenía en la Comisión; Asia ha sumado uno más, hasta 13, al igual que Europa del este, ahora con seis; Latinoamérica estará representada por 8 miembros, tres menos que antes.

La Comisión de Derechos Humanos era poco operativa y tenía demasiados miembros. La reforma ha querido dar solución a estos problemas y sobre todo ha buscado mejorar los mecanismos para impedir que los Estados que violan los derechos humanos ocupen puesto en el Consejo.

A diferencia de lo que ocurría en la Comisión, cuyos integrantes eran elegidos en bloques territoriales por mayoría simple del Consejo Económico y Social (que está compuesto de 54 miembros), ahora cada Estado ha de presentar independientemente su candidatura ante la Asamblea General. Allí tendrá que ser elegido por mayoría simple en voto secreto, ya que al final no ha salido adelante la propuesta que exigía mayoría absoluta. Se piensa de este modo favorecer un mayor control de la Asamblea General, aunque para muchos no es del todo satisfactorio.

El Consejo no contará con miembros permanentes. En la Comisión la permanencia tampoco estaba establecida expresamente, pero era una situación que se producía de hecho. Rusia, por ejemplo, formaba parte de ella desde su creación, en 1947. En el nuevo Consejo, los países serán elegidos únicamente por tres años y no podrán repetir más de dos periodos seguidos.

El texto aprobado, que elaboró Jan Eliasso, diplomático sueco y presidente de turno de la Asamblea General, no ha recogido las propuestas más ambiciosas de Kofi Annan. Se ha admitido, sin embargo, la posibilidad de suspender a los estados electos en el caso de que violen «de manera grave sistemática los derechos humanos», siempre que lo decidan dos tercios de la Asamblea.

El Consejo se compromete a ocuparse de las situaciones que infrinjan los derechos y a hacer recomendaciones al respecto; al mismo tiempo, promoverá el cumplimiento de las obligaciones que en materia de derechos fundamentales hayan contraído los Estados. Para ello se encargará de supervisar regularmente a los miembros de la ONU en los compromisos que hayan adquirido, teniendo en cuenta sus peculiaridades. En primer lugar serán examinados los integrantes del Consejo, para quienes habrá una mayor exigencia, aunque esto no tendrá consecuencias porque no se han previsto sanciones especiales para quienes «suspendan» los exámenes periódicos. Al menos servirá para hacer público el nombre de los países infractores.

EE.UU., que votó en contra del proyecto aprobado, cree que la reforma es insuficiente. La oposición de EE.UU. al nuevo Consejo tiene dos posibles interpretaciones, que recogen sendos artículos de opinión en el «International Herald Tribune» (23-03-2006). Para Ian Guest, profesor de la Universidad de Georgetown, la administración Bush ha optado por no aceptar un sistema que pondría en evidencia muchas de sus prácticas, como la base militar de Guantánamo. EE.UU. no ha cooperado bastante en la promoción de los derechos fundamentales; aún no ha ratificado la Convención sobre Derechos del Niño, ni la de la lucha contra la discriminación femenina, por ejemplo. También se opuso a la creación del Tribunal Penal Internacional. La misma interpretación podría hacerse de la negativa de Israel.

En cambio, para Joseph Loconte y Nile Gardiner, EE.UU. no ha querido colaborar en una farsa que deja las cosas tal y como estaban. Según ellos, las nuevas reglas no impiden que países poco respetuosos con los derechos humanos ocupen puesto en el Consejo. Muchos países europeos comparten el recelo de EE.UU., pero han rechazado la propuesta norteamericana de prohibir a los Estados que vulneren los derechos de sus ciudadanos formar parte del Consejo.

Junto a Estados Unidos e Israel han votado en contra también las Islas Marshall y Palau. Venezuela, Irán y Bielorrusia se abstuvieron para no votar con los norteamericanos. El próximo 9 de mayo tendrá lugar la elección de los primeros países. A mediados de junio está previsto que comiencen los trabajos.

Para que el Consejo sea más operativo se reunirá obligatoriamente tres veces al año por un período mínimo de diez semanas, y también cuando se dé una situación que por su gravedad lo requiera. En cambio, la Comisión sólo celebraba una sesión anual, por un tiempo de seis semanas. El Consejo habrá de presentar un informe anual a la Asamblea General.

Josemaría Carabante

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