La reforma de la ONU: la cumbre de la decepción

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La reunión de 160 jefes de Estado y de gobierno en la asamblea general de la ONU se ha saldado con mucha decepción y un catálogo de buenos deseos con escasas medidas prácticas. Los editoriales de la prensa internacional muestran la desilusión.

«Le Monde» reconoce que la cumbre «se ha terminado sin que se hayan decidido las reformas esperadas». «Quienes esperaban más de este 60 aniversario de la ONU quedarán decepcionados. Se ha perdido la ocasión de precisar su papel en el mantenimiento de la paz, el desarme, el desarrollo, y de dotarla de un Consejo de Seguridad representativo del mundo actual». A pesar de todo, advierte el valor de la ONU como lugar de debate y confrontación entre Estados a los que casi todo separa. Incluso considera que el «efecto ONU» ha actuado sobre George Bush, «cuyo discurso no tenía el tono maniqueo de sus intervenciones habituales».

El corresponsal de «Le Monde» considera que el documento aprobado «es más una declaración de principios y de intenciones que un plan de reforma de la ONU».

Kofi Annan, aunque se resiste a que el resultado se tache de fracaso, «reconoce que no hemos logrado la reforma fundamental que yo creía necesaria», Y juzga «vergonzoso» que no se haya llegado a ningún acuerdo sobre el desarme y la no proliferación nuclear.

Los diplomáticos muestran su satisfacción por el mero hecho de que se haya llegado a un documento común, cosa que en algunos momentos estuvo en el aire. Se felicitan por la creación de una Comisión para la Consolidación de la Paz, que ayudará a evitar que los países que salen de un conflicto vuelvan a caer en el enfrentamiento. Pero reconocen que no ha habido ningún progreso sobre la composición y funcionamiento del Consejo de Derechos Humanos, que los Estados miembros se declaran «decididos a crear». También destacan el nuevo concepto de «responsabilidad de proteger a la población», que facilitaría la intervención militar exterior, con autorización del Consejo de Seguridad, si un Estado se revela incapaz de proteger a su población en casos de genocidio, crímenes contra la humanidad o limpieza étnica.

Nick Wadhams, analista de Associated Press, califica de «documento rebajado» a la declaración final de la cumbre. En su opinión, la necesidad de llegar a un consenso ha provocado que no se entre en detalles, optando en cambio por un «lenguaje abstracto». El texto -dice Wadhams- deja fuera aspectos fundamentales como la definición de terrorismo, la explicación sobre la naturaleza y el funcionamiento del órgano que va a sustituir a la desacreditada Comisión de los Derechos Humanos, y las medidas para evitar la proliferación nuclear.

Por su parte, Steven Edwards critica en «Canadian Press» (16-09-2005) la retórica vacía que ha presidido los debates de la cumbre en estos tres días. Refiriéndose a las divergencias que han aplazado la creación de una Convención contra el Terrorismo Internacional, escribe: «Unidos contra el terrorismo, pero bloqueados por el desacuerdo: como cualquier día normal en las Naciones Unidas».

Los acuerdos respecto a la lucha contra la pobreza han decepcionado a las ONG. Para Oxfam, británica, el documento «no es más que un catálogo de los compromisos anteriores». Sobre la ayuda al desarrollo, el documento se limita a hacer un llamamiento a que los países que todavía no dan el 0,7% del PIB se esfuercen en conseguirlo antes de 2015. Sobre la anulación de la deuda de los países más pobres, se limita a las condiciones ya acordadas por el G-8 el pasado junio.

«International Herald Tribune» atribuye en buena parte el fracaso a la actitud de EE.UU. «Como Washington protege celosamente las prerrogativas del Consejo de Seguridad, donde tiene derecho a veto, otros son igualmente celosos para proteger las prerrogativas de la Asamblea General, donde es mayor la influencia de los países más pobres y débiles. Y cuando Washington no reconoce el derecho del secretario general a establecer objetivos concretos de desarrollo, otros ponen en discusión su derecho a establecer criterios en la gestión o en los derechos humanos».

Para el «Christian Science Monitor», «la declaración común de 35 páginas de la cumbre ha sido tan aguada respecto a las primeras versiones que no hace más que ilustrar los problemas de la ONU».

La cumbre ha desperdiciado una «oportunidad histórica», dice en su editorial el «Financial Times». Para el diario económico londinense, el signo más prometedor ha venido del discurso del presidente Bush, que «trataba de la noción de un mundo interdependiente en lucha no solo contra el terrorismo, sino también contra la pobreza, la enfermedad y la desesperanza». «The Washington Post» observa también que «este año Bush ha adoptado un tono diferente respecto a las Naciones Unidas».

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