Irán, la crisis del Líbano y otros frentes en la agenda internacional del nuevo gobierno israelí

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Jerusalén.— El pasado 29 de junio, Yair Lapid, ministro de Asuntos Exteriores, se convertía en el primer miembro de un gobierno israelí en ser oficialmente recibido en uno de los países del Golfo. Aterrizó en Emiratos Árabes para una visita que tenía como evento central la inauguración de la embajada de Israel en Abu Dabi.

En su discurso, Lapid enfatizó que “Israel quiere paz con sus vecinos, con todos sus vecinos” y añadió: “Estamos aquí para quedarnos y hacemos un llamamiento a todos los países de la región a que lo reconozcan y a que vengan a hablar con nosotros”. No faltaron palabras de agradecimiento a Benjamín Netanyahu, ex primer ministro israelí, que firmó los llamados Acuerdos de Abraham. Lapid añadió que la paz “no es un acuerdo. Es la elección más decisiva que podemos hacer”.

“Hemos venido a trabajar”, había dicho Naftali Bennett en su discurso de investidura y, efectivamente, durante el primer mes de su mandato, en términos de política exterior, las acciones del nuevo gobierno no se han hecho esperar. Yair Lapid ha devuelto a la figura del ministro de Exteriores el papel que había perdido durante los mandatos de Netanyahu, en los que era el propio Bibi el que eclipsaba a su ministro y personalizaba la política internacional.

Rompiendo con la tradición, el nuevo primer ministro israelí viajó a Jordania antes que a Washington

Aunque en asuntos como el de los Acuerdos de Abraham se ve la continuidad con respecto al anterior gobierno, el Ejecutivo de Bennett se ha desmarcado con un claro acercamiento a Jordania. El tema del conflicto con los palestinos será el más difícil en el que diferenciarse, puesto que la visión de cómo debería resolverse difiere en los partidos que forman el actual gobierno. Será clave también para Israel la vuelta o no de Estados Unidos al acuerdo nuclear con Irán y en qué condiciones, puesto que este acuerdo daría mayor influencia a Irán en la zona, lo que no interesa a Israel ni a sus nuevos aliados árabes.

Jordania

En un momento delicado por el reciente conflicto con Gaza y la profunda crisis en el vecino Líbano, el nuevo líder del Ejecutivo sustituyó la tradicional primera visita oficial a Washington por un encuentro secreto con el rey Abdullah II de Jordania a principios de julio. En esa reunión, como después reveló la prensa, ambos mandatarios acordaron abrir una nueva página en las relaciones entre sus países.

Desde la firma de la paz en 1994, Jordania e Israel mantienen estrechas conexiones por temas de seguridad, pero las relaciones diplomáticas se habían enfriado. Además, durante las tensiones en previas al conflicto del pasado mes de mayo y durante los bombardeos en Gaza, Jordania fue muy crítica con la actuación de Israel.

En la reunión que mantuvieron Bennett y Abdullah II se habló de la escasez de agua en el territorio jordano y se planteó una posible ayuda de Israel. El acuerdo se cerró poco después entre los respectivos ministros de Exteriores de ambos países: Yair Lapid y Ayman Safadi. Israel se compromete a la venta de 50 millones de metros cúbicos de agua y Jordania aumentará las exportaciones a los territorios palestinos de 160 millones a 700 millones de dólares.

Egipto

Otra llamada que no se hizo esperar fue al presidente de Egipto, Abdel-Fattah al-Sissi, que felicitó a Bennett por su nuevo cargo. La relación entre ambos países es clave por el papel de mediador que ejerce Egipto en el conflicto entre Israel y Palestina, como se pudo ver el pasado mes de mayo.

El primer ministro israelí puso sobre la mesa el retorno de prisioneros israelíes y de los restos de soldados muertos en diversos conflictos y al-Sissi pidió la mejora de las condiciones humanitarias en Gaza, el alto al fuego y que se reanude el proceso diplomático con los palestinos. También hablaron de mayor cooperación en temas económicos y sociales.

Estados Unidos

Aunque Bennett tiene agendada visita oficial a Washington para agosto, Lapid se reunió con el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, el 27 de junio en Roma. Allí repitió lo que no es sorpresa para nadie: “No hay vínculo más importante para Israel que aquel con los Estados Unidos de América. No hay amigo más leal para Estados Unidos que Israel”.

Israel quiere evitar que Estados Unidos vuelva a sumarse al acuerdo nuclear con Irán

El ministro de Exteriores israelí también tuvo palabras de agradecimiento al apoyo estadounidense en la construcción de los acuerdos de normalización con Emiratos Árabes Unidos y Baréin, a los que siguieron conversaciones similares con Marruecos y Sudán. Blinken puntualizó que estos acuerdos no sustituyen la necesidad de abordar los problemas entre israelíes y palestinos que están sin resolver. Lapid se comprometió a “minimizar el conflicto entre nosotros y los palestinos intentando mejorar la vida de ambos por igual”.

Lapid también expresó la preocupación que supone para el Estado judío los términos de la posible vuelta de EE.UU. al acuerdo nuclear con Irán: “Creemos que la manera de negociar esas discrepancias es a través de conversaciones directas y profesionales, y no en ruedas de prensa”. El principal miedo de Israel es que con la reanudación de este acuerdo se levantarán las sanciones comerciales a Irán, lo que implicaría la entrada de millones de dólares que permitirían a Teherán aumentar su influencia en la zona, en concreto en el Líbano.

Líbano

La profunda crisis social y económica que sufre el Líbano preocupa profundamente a Israel. De fondo, hay una continua batalla por hacerse con mayor influencia en la región entre Irán, por un lado, e Israel y los países árabes moderados por el otro. A Israel no le interesa que Irán envíe dinero a Beirut por medio de sus aliados de Hezbolá, erigiéndose así en salvador del país.

El 6 de julio, el ministro de Defensa israelí, Benny Gantz, tuiteó en su cuenta oficial: “En vista de la grave situación económica en el Líbano y considerando los intentos de Hezbolá de aumentar las inversiones iraníes en el país, he contactado a FPNUL (Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano) a través del intermediario de las IDF (Fuerzas de Defensa de Israel) y he negociado una propuesta para enviar ayuda humanitaria al Líbano”.

Gantz era perfectamente consciente de que este gesto sería rechazado por el gobierno libanés, debido a la enemistad entre ambos países. Incluso después de la explosión en el puerto de Beirut del pasado agosto, cuando necesitaban ayuda urgente, el gobierno rechazó inmediatamente lo que Israel ofrecía.

Emiratos Árabes Unidos

Fue esta preocupación compartida por la influencia de Irán, unida a las posibles ventajas económicas, la que llevó a los países del Golfo a firmar el año pasado los Acuerdos de Abraham. La esperanza del nuevo gobierno israelí es que más países de la zona se sumen a Emiratos Árabes y Baréin, como ya lo demuestran las conversaciones con Marruecos y Sudán.

Un mes después de la visita de Lapid a Abu Dabi, el 14 de julio se inauguraba en Tel Aviv la embajada de Emiratos Árabes Unidos en presencia del presidente israelí, Isaac Herzog, que ha asumido su cargo recientemente, y el embajador emiratí Mohamed Al Khaja. Herzog agradeció el camino abierto por Netanyahu y el príncipe Mohamed Bin Zayed y aludió a la posibilidad de más acuerdos de paz en la región pronto.

Por su parte, el embajador Al Khaja, afirmó en su discurso que han visto “conversaciones comerciales y oportunidades de inversión, así como colaboración entre hospitales y universidades”. También añadió que la embajada no será únicamente el lugar de residencia de diplomáticos, sino una base desde la que “seguir trabajando para hacer de los Acuerdos de Abraham una realidad”.

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