Tolerancia

El afán de querer presentarse a toda costa como moderado, condenando a los demás al gueto de los extremos, tiene algo de actitud oportunista.
El modo en que algunas feministas han tratado a Josefina Vázquez Mota y a Laura Bush lleva a pensar si el movimiento feminista se aleja de la igualdad.
La moda de presentar a los obispos como intolerantes denota poco aprecio por la diversidad de pareceres, propia de una sociedad pluralista.
Hoy día es posible tachar de “intolerantes” a quienes no simpatizan con las ideas propias, aun a sabiendas de que estas ideas son una burla para las creencias religiosas de los demás.
El concurso para suavizar la imagen del león del escudo de Flandes obliga a pensar sobre lo que de verdad hace tolerante a una sociedad.
En nombre de la tolerancia, algunos gobiernos occidentales actúan de modo intolerante contra grupos que mantienen posiciones distintas a lo “políticamente correcto” del momento.
En una sociedad verdaderamente tolerante, lo ideal sería que fueran los propios ciudadanos quienes sopesaran si todos los usos de la libertad de expresión son igualmente valiosos.
La agresiva hostilidad mostrada por ciertos grupos durante la visita de Benedicto XVI al Reino Unido ha provocado que algunos ateos británicos se planteen adoptar un tono más respetuoso.
Una sociedad que acepta males mayores es de una intolerancia rayana en el fanatismo cuando se trata del tabaco.
La separación entre las Iglesias y el Estado se está viendo amenazada hoy día por los intentos de imponer a las organizaciones religiosas políticas de no discriminación o al reconocer como derechos conductas que las Iglesias rechazan.
Varias iniciativas nacidas de la sociedad civil muestran que es posible mantener la calma y dialogar en medio de las polémicas actuales.
"No se arrebatará la India a los hindúes" es el lema de un nacionalismo religioso cada vez más fanatizado. Los recientes ataques en Bombay caldean aún más el ambiente y favorecen el asenso del discurso radical. Junto a la paz entre indios y paquistaníes, la tolerancia religiosa enfrenta también una seria amenaza.
Los defensores de los derechos humanos ven con escepticismo la discusión sobre tolerancia religiosa promovida en la ONU por el rey Abdulá de Arabia Saudita, y se preguntan por qué no empieza a aplicar esas mismas ideas en su país.
Las protestas de un pequeño grupo de profesores y estudiantes han llevado a cancelar la prevista visita de Benedicto XVI a la Universidad de La Sapienza de Roma. Pero los que se han opuesto a dar la palabra al Papa se han visto desacreditados como intolerantes por los políticos y la prensa.
El respeto y la tolerancia del discrepante es una asignatura difícil. A menudo los innovadores sociales apelan al pluralismo y a la diversidad para abrir espacio a sus ideas, pero, en cuanto consiguen un reconocimiento oficial, se descubren una vocación de inquisidor.
Andrés Ollero, catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid), comenta cómo, con los dogmas políticamente correctos, se coarta la libertad de expresión en nombre de la tolerancia ("ABC", 22 agosto 2006).
Análisis
El relativismo moral y político es una falsa solución al pluralismo, y engendra nuevas formas de intolerancia y avasalla derechos en nombre de valores.
Philip Jenkins, profesor de historia y religión en la Universidad de Pennsylvania, episcopaliano, acaba de publicar el libro The New Anti-Catholicism, en el que mantiene que los ataques al catolicismo son el último prejuicio aceptable en Estados Unidos. Con motivo de la próxima publicación del libro en Italia ha concedido una entrevista a Ennio Caretto en Il Corriere della Sera (27 mayo 2003).

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