Dudas y discrepancias en la cumbre sobre abusos

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En el encuentro sobre protección de menores en la Iglesia católica ha habido un cambio de mentalidad de los asistentes. Pero también se han manifestado tendencias contrarias dentro y fuera de las reuniones, puntos de vista discrepantes sobre el mismo tema, partidarios de la rapidez y partidarios de la prudencia.

 

Tolerancia cero

¿Qué entendemos por tolerancia cero? El cardenal O’Malley suele citar a san Juan Pablo II: no hay lugar en el sacerdocio para quien abusa de un niño. Pero el mismo Francisco habló el primer día de la proporcionalidad de las penas y la presunción de inocencia.

¿Qué es, entonces, la tolerancia cero? ¿La expulsión del sacerdocio? ¿Es lo mismo un depredador sexual que un abuso puntual? ¿Se trata igual al encubridor que al abusador? ¿Y si el proceso civil no acaba en sentencia condenatoria? ¿Cómo se garantiza que se aplica el mismo criterio a los obispos que a los sacerdotes? ¿Qué sucede cuando afecta a alguien del Vaticano?

Por otro lado, la Iglesia también desea que el abusador se convierta y se salve, además de que no cause más víctimas y reciba el castigo justo. “Esto puede crear un gran dilema para algunos –afirmaba sor Verónica Openibo–, especialmente cuando sabemos que los abusadores a menudo han sido víctimas. Necesitamos explorar profundamente lo que entendemos por justicia con compasión”.

Y no parece que todo el mundo esté convencido de que los obispos deban responder penalmente ante la justicia civil por lo que hacen sus subordinados. “Si en una empresa alguien comete pedofilia, su jefe no es necesariamente responsable”, acaba de declarar un representante de la Conferencia Episcopal francesa.

¿Y qué hay de las causas?

El encuentro no se proponía hacer un análisis de las causas de los abusos, sino de cómo debían afrontarlos los obispos. Aun así, lógicamente, se ha hecho referencia a varias. Sin embargo, para muchos es una tarea pendiente, puesto que erradicar significa justamente eliminar de raíz.

Por ejemplo, qué es causa y qué es ocasión: ¿la homosexualidad es la causa o el acceso a los chicos es la ocasión? En este sentido, la homosexualidad ha sido el no-tema más presente, como decían algunos reporteros.

Para otros, la causa sería el celibato obligatorio (aunque según los datos, la mayoría de los abusos sucedan en el ámbito doméstico). En la propuesta de abolirlo, muchos ven una visión reduccionista del matrimonio, del hombre –abocado a ser un devorador sexual si no tiene relaciones sexuales habituales– y de la mujer –un mero refugio para las tendencias compulsivas del hombre–.

Algunos ven un conflicto entre la “tolerancia cero” y el principio de proporcionalidad de las penas, pues no es lo mismo el caso de un depredador sexual que un abuso aislado

La misma pregunta sobre las causas se podría plantear con respecto al encubrimiento. ¿Qué deficiencias y complicidades han llevado a permitir los abusos? ¿Qué ha conducido a la doble vida de tantas personas? ¿Cómo es posible que abusadores hayan llegado a ser obispos y cardenales?

El sistema y las personas

Otro ámbito donde hay sensibilidades distintas es el del ritmo. ¿Qué cambios conviene implantar? ¿Hace falta remover el pasado? ¿No tenemos otras prioridades? ¿No es un problema general de la sociedad?

La responsabilidad moral de la Iglesia es mayor, insistía Valentina Alazraki. “Los periodistas sabemos que los abusos no están circunscritos a la Iglesia católica, pero tienen que entender que con ustedes tenemos que ser más rigurosos que con los demás, por su propio rol moral. Robar está mal, pero si el que roba es la policía, nos parece más grave, porque es lo contrario de lo que debería hacer: proteger a la comunidad de los ladrones”.

Ser proactivo y transparente está muy bien. Pero cuando llega la crisis, ¿hay personas preparadas para un tribunal diocesano? ¿Alguien puede ejercer de portavoz? ¿Quién desea entrar en los archivos?

Y, de fondo: ¿es una cuestión de la persona o del sistema? En Baltimore, la persona ha creado la estructura. El arzobispo ha articulado una manera de ponerse él y los obispos en la misma situación que los sacerdotes: un organismo dirigido por dos jueces retirados que reportan a las autoridades civiles y al nuncio.

El Card. Marx ya hizo un alegato a favor de una buena administración por parte de la Iglesia, a fin de evitar malas prácticas como la falta de documentación, la arbitrariedad o la ignorancia de los procedimientos. En cambio, dijo, “las personas que tratan con una administración transparente pueden sacar a la luz errores y equivocaciones en las acciones administrativas y defenderse contra tales acciones”.

Relación Iglesia-Estado

Los casos de Estados Unidos y Australia ponen de manifiesto diferentes modos de afrontar las soluciones a los abusos y la responsabilidad de los obispos, modos marcados en gran parte por el modelo de defensa de la libertad religiosa en el espacio público y la separación entre Iglesia y Estado.

“Una vez consciente de las amenazas a la libertad religiosa de los católicos –expone el profesor Massimo Faggioli–, la Iglesia afirmó su exención u objeción a la ley secular, y afirmó la necesidad de proteger su libertad por y desde la ley secular. La crisis de abuso sexual favorece la tendencia opuesta”. En Australia, “las recomendaciones sobre el celibato sacerdotal y el secreto de confesión hacen que este desarrollo sea muy claro”.

El Derecho Canónico tiene también sus retos. Según el Card. Marx, “establecer normas procesales transparentes y reglas para los procesos eclesiásticos es esencial. La Iglesia no debe operar por debajo de los estándares de calidad de la administración pública de la justicia”.

Parece necesario revisar todas las vías. Algunos proponen que se aplique al abusador lo que el canon 982 aplica al que denuncia falsamente (no puede ser absuelto en confesión si antes no se retracta y repara el daño). Alazraki criticó el canon 401, 2, que pone bajo el mismo sombrero las renuncias por enfermedad y las debidas a motivos ocultos.

Quizás de este encuentro se pueden sacar dos preguntas para evaluar cada medida que se tome. La primera: ¿hace justicia a las víctimas? La segunda: ¿impediría esto otro caso McCarrick?

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