Franz Jägerstätter, objetor de conciencia frente al régimen nazi

publicado
DURACIÓN LECTURA: 4min.

Berlín.— El campesino austríaco Franz Jägerstätter (1907-1943), protagonista de la última película de Terrence Malick Vida oculta, fue condenado a muerte por un tribunal nazi y ejecutado el 9 de agosto de 1943 por negarse a prestar juramento a Hitler. El Papa Benedicto XVI lo beatificó en 2007.

Jägerstätter nació el 20 de mayo de 1907 en el pueblo de St. Radegund, hijo de una madre soltera, Rosalía Huber, que en 1927 contraería matrimonio con Heinrich Jägerstätter, de quien Franz tomó el apellido.

En 1933, Franz tuvo una hija extramatrimonial, Hildegard, de la que se ocupó el resto de su vida. Tres años después, se casó con Franziska (Fani) Schwaninger, quien le ayudó a tomarse en serio la fe católica. Cuando se conocieron, una de las primeras preguntas que le hizo Fani es si iba a misa los domingos. Animado por su mujer, acude a la comunión frecuente.

En enero de 1938, Franz tuvo un sueño: “Vi un tren al que todo el mundo quería subir. Oí una voz que decía: ‘Ese tren viaja al infierno’. Comprendí que se trataba del nacionalsocialismo. Creo que Dios me ha mostrado que debo tomar una decisión: nacionalsocialista o católico”. Para él, eran incompatibles: “Nunca creeré que los católicos tengamos que ponernos a disposición del peor y más peligroso poder anticristiano que ha existido jamás”.

En junio de 1940, es llamado a filas. Aunque el alcalde de St. Radegund consigue que pueda regresar a casa, en octubre tiene que volver al ejército, donde permanece hasta abril de 1941. Ingresa en la Orden Tercera franciscana, con otro soldado, Rudolf Mayer. Más tarde, lo hará también Franziska. Desde que vuelve a St. Radegund, Franz acude diariamente a misa. Cuando fallece el sacristán, el párroco le pide que asuma esa función.

“Nunca creeré que los católicos tengamos que ponernos a disposición del peor y más peligroso poder anticristiano que ha existido jamás”

El 23 de febrero de 1943, le llega la orden de reincorporarse a filas. En el cuartel presenta su objeción de conciencia. Es trasladado primero a Linz y luego a Berlín. Un consejo de guerra le condena a muerte el 6 de julio; el 14 de julio se confirma la sentencia. Jägerstätter se cuenta entre las pocas personas condenadas a muerte por objetar al servicio militar bajo el nazismo: testigos de Jehová, adventistas del séptimo día, algún miembro de la Iglesia (evangélica) confesora y unos 20 católicos, entre los que destaca el sacerdote de Schönstatt Franz Reinisch, cuyo proceso de beatificación ha sido incoado.

Coraje en medio de la oscuridad

En los últimos días de su vida, Franz sintió de modo especialmente intenso el dolor que estaba causando a su familia. El día anterior a la ejecución, escribe: “Me gustaría ahorraros todo el sufrimiento que tenéis que soportar por mi culpa, pero ya sabéis lo que dijo Cristo: ‘Quien ama al padre, a la madre, a la esposa y a los hijos más que a mí, no es digno de mí’. ¿O creéis que no sufriríais si yo intentara prolongar mi vida con una mentira?”.

El problema que le plantea la conciencia –el único modo de no hacer sufrir a su familia es acceder a servir en el ejército, lo que él entiende que es una mentira– aparece como tema recurrente en sus escritos. En la carta que escribió el mismo día de la ejecución, decía: “Perdono a todos de corazón. Ruego a Dios que acepte mi vida en sacrificio de reparación no solo por mis pecados, sino también por los de los demás”.

Jägerstätter se plantea también la pregunta con la que tantos intentan acallar la conciencia: ¿qué significa el testimonio de una única persona? En la que probablemente fue la última hoja que escribió antes de morir –se interrumpe un párrafo más tarde, en medio de una frase–, dice: “Hoy en día se oye muchas veces decir que no se puede hacer nada, ya que si alguien dice algo, le castigan con la cárcel y la pena de muerte. Por supuesto que así no se puede cambiar el rumbo de la historia, pero a nuestros misioneros no les fue mejor muchas veces. En muchas ocasiones no obtuvieron otros resultados que la prisión y la muerte. Por supuesto que me doy cuenta de que hoy en día no sirven de nada muchas palabras. Se dice que las palabras instruyen, pero los ejemplos arrastran. Y aunque uno callara como un muro, podría hacer mucho bien, pues así se puede ver a cristianos que, aun hoy, en plena oscuridad, son capaces de alzarse con toda claridad, serenidad y seguridad, que en medio de tanta falta de paz y de alegría, con tanto egoísmo y odio se levantan con la más pura paz, alegría y ánimo de servicio. Que no son como una caña agitada por el viento”.

Franz Jägerstätter fue beatificado el 26 de octubre de 2007, después de que fuera reconocido como mártir. Entre los asistentes a la ceremonia, en la catedral de Linz, se encontraba su esposa Franziska, con 94 años de edad. Fani falleció en St. Radegund en 2013.

José M. García Pelegrín es autor de Cristianos contra Hitler (2011) y La Iglesia y el nacionalsocialismo (2015).

 

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.