La batalla de las ideas contra el Estado Islámico

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Las condenas musulmanas al Estado Islámico (EI) no son suficientes para frenar el auge del yihadismo en Oriente Medio. Hace falta, además, que a los jóvenes de la región les llegue una versión alternativa del islam, dice Omar Saif Ghobash, embajador de Emiratos Árabes Unidos ante Rusia. Por su parte, el filósofo saudí Ibrahim Al-Buleihi denuncia que la cultura islámica ha despreciado durante siglos el pensamiento racional, por lo que ahora se encuentra desarmada frente a los extremistas.

La violencia del EI representa un paso cualitativo en el extremismo de la región, dice Ghobash. Pero lo cierto es que “su ideología no difiere demasiado de la de otros grupos que a menudo son considerados moderados por los medios occidentales; tienen los mismos objetivos, las mismas intenciones, pero son descritos como más pragmáticos”, explica en una entrevista concedida durante su reciente visita a la Wharton Business School, de la Universidad de Pensilvania.

“Nosotros, los árabes y la comunidad musulmana, sabemos que comparten los mismos objetivos, que son esencialmente intolerantes y con una visión del mundo muy estrecha”. De hecho, los yihadistas del EI “se legitiman a sí mismos usando referencias que son muy comunes en el mundo musulmán”, ya sea la idea del califato o la de la guerra contra el imperio persa y contra Occidente.

Cuenta The Economist que precisamente en estos días 126 profesores y clérigos musulmanes han firmado una carta en la que recuerdan al autoproclamado califa del Estado Islámico, Abu Bakr al-Baghdadi, que un califa solo puede ser elegido por consenso general. Ahora bien, los firmantes de la carta no renuncian a la idea del califato y afirman que su establecimiento es “una obligación con respecto a la ummah [la nación musulmana]”.

Ibrahim Al-Buleihi denuncia que los pensadores musulmanes se hayan desentendido de estudiar cómo puede el islam contribuir al progreso cultural, social y político

Llegar a los jóvenes desencantados

Ghobash lamenta que la respuesta al extremismo islámico se ciña a lo militar. Desde los atentados del 11-S, dice, hemos oído repetir que esta batalla debía librarse en el terreno de las ideas. Pero todavía hoy ni Occidente ni los países musulmanes se han decidido a hacerlo.

Resulta ingenuo confiar en que las condenas musulmanas al EI vayan a arreglar por sí solas el problema. Con frecuencia, esas condenas no pasan de ser llamamientos para que otros musulmanes alcen su voz. Y todo acaba ahí. “Creo que los musulmanes moderados hemos hecho un flaco favor al islam al no haber sabido ofrecer un marco claro para ayudar a los hombres y mujeres jóvenes, ya sean de Occidente, Indonesia o el mundo árabe, a enfrentarse a los problemas de la modernidad”.

“Los jóvenes se sumen en una crisis existencial cuando se encuentran sin trabajo, sin mujer y sin oportunidades. ¿Cómo podemos llevarles esta fuerza moderada y brindarles apoyo, en lugar de una versión extremista del islam que satisfaga su ira y su necesidad de venganza?”.

Ghobash critica la autocomplacencia de una cultura que no se atreve a revisar la historia para aprender de sus errores. “No vemos la historia como un lugar de debate, de opinión, de pruebas y evidencias. Tenemos, de nuevo, historias reduccionistas. Nos conformamos con una lista de hechos; hechos selectivos que supuestamente te han de ayudar a orientarte en el mundo”.

A Ghobash, que recibió una educación británica, le han criticado por defender el sistema educativo occidental. “Recuerdo que me dijeron que esto era un ejemplo del imperialismo intelectual de Occidente. A lo que respondí: ‘Al menos ellos hacen preguntas’. Y esto es lo más importante. Si vemos la educación como una oportunidad para inundar de opiniones a los demás, entonces, sí, es imperialismo. Pero si se nos forma en el arte de hacer preguntas, tenemos educación. Este es el motivo por el que todavía defiendo la educación occidental en la región”.

Una cultura desconectada de la realidad

Ibrahim Al-Buleihi es filósofo y miembro del Consejo de la Shura, el órgano consultivo del rey de Arabia Saudí. También él mantiene un discurso muy crítico con la cultura musulmana a la que acusa de haber despreciado el papel de la razón para dar respuestas desde el islam a los problemas de nuestro tiempo. Con motivo de la ola de violencia desatada por el Estado Islámico, MercatorNet ha reproducido un fragmento de un libro publicado por Al-Buleihi en 2010.

En su crítica a la cultura musulmana, este pensador suní distingue entre el conjunto de enseñanzas, valores, principios y leyes que integran el islam, y su aplicación a lo largo de la historia. Concretamente, denuncia que los pensadores musulmanes se hayan desentendido de estudiar cómo puede el islam iluminar y contribuir al progreso de los asuntos mundanos (dunyā).

Cuando se han ocupado de estos asuntos lo han hecho con una preocupación estrictamente religiosa, limitándose estudiar cómo pueden regularlos de acuerdo con la sharía. “Nuestros intelectuales estaban preocupados por ajustar la realidad a las enseñanzas del islam, pero no estaban interesados ni en el crecimiento ni en el desarrollo de la realidad”. Y así, no es infrecuente encontrarse en la tradición islámica dominante referencias críticas a los musulmanes que se dedican a investigar cosas distintas de la sharía.

Omar Saif Ghobash: “Los musulmanes moderados hemos hecho un flaco favor al islam al no haber sabido ofrecer un marco de referencias claro a los jóvenes”

Entre las excepciones, Ibrahim Al-Buleihi menciona al científico Ibn al-Haytham (Alhacén), al historiador ibn Hayyān, a los filósofos Ibn Sina (Avicena), al-Fārābī , al-Kindi, Ibn Rushd (Averroes)… Todos ellos eran individuos brillantes que, aunque vivían en un entorno árabe, consiguieron situarse fuera de la cultura dominante. Pero esta cultura los consideró “malas hierbas”, pues se habían dedicado al pensamiento griego.

“Estos y otros genios como ellos fueron despreciados por la cultura árabe, mientras la europea los celebró. Incluso durante sus épocas más decadentes, Europa entendió –y todavía lo hace– el valor del pensamiento creativo demostrado por estos individuos, mientras que nosotros –incluso en nuestras épocas más florecientes– despreciamos sus ideas y prohibimos su circulación. De hecho, sofocamos su originalidad, perseguimos a los pensadores originales y quemamos sus libros”.

Los enemigos de la razón

¿Cómo se explica esta negativa a usar la razón ante los problemas que plantean la cultura, la sociedad y la política de cada época? Para Ibrahim Al-Buleihi, se trata de un círculo vicioso en el que los enemigos de la razón han terminado por imponerse a fuerza de silenciar a los musulmanes discrepantes. El interés por estos autores no sobrepasó el pequeño ámbito de influencia de los eruditos y académicos.

“El odio a la razón se ha ido haciendo cada vez más prevalente”, hasta el punto de que las generaciones más jóvenes “no han tenido más conocimiento acerca de esos [pensadores] que lo que escuchaban de sus enemigos y detractores. (…) Las obras antirracionalistas fueron enseñadas, y todavía lo son hoy, en cada etapa de nuestro sistema educativo. El resultado es que las generaciones han sido programadas para ser hostiles a la razón y a temer el pensamiento racional”.

El entusiasmo de Ibrahim Al-Buleihi por la razón no es ingenuo ni ciego: admite sin problemas la falibilidad de la razón, sus trampas y sus prejuicios. Pero esos aspectos negativos, dice, no pueden ser una excusa para ignorar los positivos.

Y concluye: “El problema no se limita a la guerra contra Ibn Rushd ni a la quema de sus libros; tampoco se reduce a la expulsión de otros defensores destacados de la razón. [El problema] es que la historia islámica árabe ha construido toda una cultura contraria a la racionalidad”.

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