El agua

TÍTULO ORIGINAL El agua

PRODUCCIÓN España - 2022

DURACIÓN 104 min.

DIRECCIÓN

GÉNEROS

PÚBLICOJóvenes-adultos

CLASIFICACIÓNSensualidad

ESTRENO03/11/2022

Ana tiene 17 años; vive con su madre y su abuela en Orihuela. Sus días transcurren entre amigos, el primer amor, el trabajo en el bar, el temor a las riadas y unas ansias indisimuladas de escapar y buscar un horizonte más amplio.

Elena López Riera se estrena en el largometraje con una película muy personal que se presentó en la Quincena de Realizadores de Cannes (la liga debutante del prestigioso festival) con una buena acogida por parte de la crítica. Como la propia cineasta ha señalado, la película se mueve “entre el documental y la ficción”. A partir de un hecho histórico –la riada de 1987 en Orihuela– y de algunos recuerdos autobiográficos, López Riera compone un caleidoscopio que dibuja a ratos un relato costumbrista, a ratos crítica social y de clase, se transforma en fantasía mitológica y termina con una afirmación de madurez y reivindicación de la voz femenina. Que, metidos ya en pleno rodaje, otra riada –en el año 2019– volviera a asolar Orihuela, permitió a López Riera vestir de veracidad una historia de miedos atávicos.

Hay que reconocerle a la cineasta el valor de muchas de las piezas de su caleidoscopio. La magnífica dirección de un reparto –en su gran mayoría no profesional– en el que destaca la interpretación de la protagonista, la jovencísima Luna Pamiés; la fuerza que aporta al relato mágico la decisión de romper la cuarta pared con las narraciones de las mujeres del pueblo, y, por último, el interés de algunas realidades que se abordan, que tienen que ver sobre todo con las raíces: la familia, la vida y la tierra y que conectan, de alguna forma, la película de López Riera con Alcarràs.

Sin embargo, al valor indudable de estas piezas le falta un hilo narrativo más sólido para ser una película redonda (que sí es Alcarràs). El sugerente –y, a ratos, oscuro– simbolismo de la historia deja la narración en suspenso y de alguna forma inacabada. Y, por eso, su arriesgado final deja una sensación un tanto agridulce. Quizás también, y hay que subrayarlo en su descargo, porque lo arriesgado no es solo el final sino una propuesta sumamente compleja a la que López Riera se arroja sin miedo.

Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta

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