El cine español no es pródigo en películas familiares. Por eso sorprende agradablemente El rey de la granja, insólita y lograda combinación de imagen real y animación, al estilo de ¿Quién engañó a Roger Rabbit? o El guardián de las palabras.
A pesar de su tono marcadamente infantil, la historia es ingeniosa y está bien trabada. Sigue los pasos de Kirik, un alienígena que se apodera de Neuronia, una extraña esfera con la que el tirano Ramakor tenía sometidos mentalmente a los habitantes del planeta Sondak. En su huida llega a la Tierra y, confundido por la televisión, adopta el aspecto de un gallo de dibujos animados, pensando que así parecerá un terrícola más. Los chavales de un campamento lo adoptarán como mascota y le quitarán la esfera.
Gregorio Muro y Carlos Zabala juegan con Neuronia como si del anillo de Tolkien se tratara: un objeto tentador que puede ser usado para satisfacer el propio ego. A la aventura trepidante se añade un sano sentido del humor y moralejas sencillas para los chavales.
José María Aresté