El poder de persuasión del “brilli brilli”
“Soy la reina cotilla, vuestra mejor fuente de información sobre la escandalosa vida de la élite de Manhattan”. La serie celebró recientemente su capítulo 100 y acaba de reanudar su quinta temporada en el canal americano de pago The CW tras el parón navideño. Está por ver si resistirá una sexta temporada.
Basada en las novelas del mismo nombre escritas por Cecily von Ziegesar, Gossip Girl ha mantenido su interés y su poder adictivo durante las dos primeras temporadas pero está defraudando a sus fans cansados de la maraña de relaciones inverosímiles y del estancamiento de los personajes.
La acción comienza con el inesperado regreso de Serena Van der Woodsen, la chica más deseada y popular del instituto, después de una larga temporada de ausencia en paradero desconocido. En este tiempo su amiga íntima, Blair Waldorf, ha ocupado “el trono”, ejerciendo un despótico dominio.
Una temática sensiblera, un caro diseño de producción y un gran esfuerzo de publicidad y marketing han logrado que este culebrón pijo haya tenido repercusión entre el público juvenil femenino
La rivalidad entre ambas se transforma en guerra declarada. Gossip Girl narra a través de un blog omnisciente de autoría anónima los amores, desamores, traiciones y lujos de un grupo de chicos ricos del Upper East Side de Manhattan, una especie de Sexo en Nueva York en versión junior.
Esta serie hereda personajes y fondo de armario de la mítica serie adolescente Beverly Hills 90210 que “marcó” la televisión de los noventa no tanto por su calidad sino por la fidelidad de una audiencia realmente fanática de los Jason Priesley, Shannen Doherty o Luke Perry.
En 2003 Josh Swartz (productor y escritor de series como Chuck o Rockville, CA), adapta la fórmula y el argumento de esta serie quinceañera en The O.C., trasladando la historia a Newport Beach (California), que tuvo cuatro temporadas de éxito.
Es el mismo Schwartz el que lidera en 2007 la creación de Gossip Girl, otra gominola pija con giros cómicos y dramáticos, con más sexo que las anteriores y algo más de acidez (aceptable para que la glucosa del conjunto no pierda su dulce y efímero sabor).
El guión mantiene las tensiones afectivas al límite. No es creíble que jóvenes de 16-18 años pasen por esta montaña rusa afectiva sin hacer una parada técnica en el diván del psiquiatra
Glamour, belleza, moda, diseño, tecnología, amoríos, amistad, traiciones, tensión sexual no resuelta (y resuelta). Un cóctel tentador para chicas adolescentes, que son el target de esta serie.
La ropa y la música que me definen
La eficacia del equipo publicitario ha permitido que las actrices que dan vida a las protagonistas (especialmente Blake Lively y Leighton Meester), se conviertan en iconos en las revistas de moda y corazón, hasta el punto de que parece imposible separar a las intérpretes de sus interpretadas.
A Blake Lively hemos podido verla recientemente en la notable The Town de Ben Affleck haciendo un papel secundario que tiene más profundidad que los cien episodios de Gossip Girl.
Como es lógico la música de una serie como ésta es fundamental para lograr feeling con el espectador. Y por eso está muy presente en la vida de los personajes, en sus iPod y móviles, en sus momentos de subida y en sus bajones. Para estos momentos, nada mejor que la música indie rock de bandas como The Tings Tings, The Kills o The Kooks. Por supuesto, no faltan los cortes discotequeros para las fiestas con cantantes como Nadia Oh o grupos como Junkie XL.
El guión no va más allá de lo descrito. Su único objetivo es entretener manteniendo las tensiones afectivas al límite, algo que desfigura la humanidad de unos personajes que son poco más que instinto y sentimientos descontrolados. No resulta creíble que a jóvenes de 16-18 años no les pase factura esa manera de vivir.
Hay chispazos de humor con distintos acentos: cómico en los diálogos Blair-Dorota (la criada polaca) o en los de su madre y su nuevo marido, mordaz con Chuck como protagonista. Y algunas soluciones originales, como las ensoñaciones de Blair como Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes.
The CW sigue confiando en la serie, a la que ha añadido capítulos, a pesar del descenso de audiencia y del malestar de los fans. En España no tuvo éxito en la emisión en abierto de Cuatro. Ahora puede verse en Cosmopolitan TV y en Divinity. Hasta ahora (veremos qué pasa después del cierre de Megaupload), especialmente en España, Gossip Girl ha sido una serie que se consumía en Internet.