El crepúsculo de Europa. I: El espíritu de la cultura europea

Fundación Iberdrola. Madrid (2006). 271 págs. Edición no venal.

La edición de este libro corre a cargo de la Fundación Iberdrola, dentro de la colección «Ensayo» que ya recogía bajo su rúbrica trabajos de la importancia de «Europa, ¿comunidad de valores u ordenamiento jurídico?», del filósofo alemán Robert Spaemann, y «El carácter relacional de los valores cívicos», del español Alejandro Llano.

El libro parte de la polémica acerca del preámbulo de la Constitución europea, para entrar de inmediato en dos cuestiones de mayor calado: «El origen y la esencia de Europa» y la segunda, más extensa, «El espíritu de la cultura europea».

Al tratar la primera, comienza con un intento de definición de los límites de Europa. Sánchez Cámara acudirá a un referente constante en todo su trabajo, la obra de Ortega y Gasset, para con él estudiar diversas facetas y aspectos de una Europa que de modelo para una España invertebrada pasa a ser el escenario de la rebelión de las masas, es decir, el espacio en el que se produce una grave crisis de la cultura y de la civilización.

Acerca de «El espíritu de la cultura europea», Sánchez Cámara consigue con singular acierto sintetizar los ingredientes que componen ese espíritu: la filosofía griega, el derecho romano y la religión cristiana (los tres principales) y la ciencia, la democracia liberal y la universidad (los tres secundarios o derivados). Al examinar cada uno de ellos, el autor recoge lo mejor de lo que otros antes aportaron y escribieron acerca de Europa. Y, por supuesto, realiza aportaciones valiosas en las que combina un pensamiento maduro con la certera palabra del escritor que sabe condensar adecuadamente pensamientos, síntomas y soluciones.

De su amplio recorrido por el espíritu de la cultura europea, voy a referirme solo a dos campos que me resultan más afines: el derecho romano y la universidad.

Cuando entramos en el apartado del «Derecho romano», en realidad estamos ante una síntesis colosal sobre la historia del Derecho en Europa. Y junto con ella, asistimos a un diagnóstico certero de la situación del Derecho en nuestra civilización.

Respecto de la Universidad, Sánchez Cámara ofrece reflexiones muy interesantes al plantear -como ocurre en estos momentos en España- los contenidos de la enseñanza universitaria por cauces de uniformidad y homogeneidad europea. Además, aboga por una universidad que sepa cobrar distancias respecto de lo político (en este punto recoge la enseñanza de Claudio Sánchez Albornoz), pero en un contacto estrecho con la actualidad social de un país al verter la sabiduría en el acontecer diario, completando la labor de la prensa en la conformación de la opinión pública.

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