La sociedad paliativa

La sociedad paliativa

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALDie Palliativgesellschaft

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2021)

Nº PÁGINAS96 págs.

PRECIO PAPEL12 €

TRADUCCIÓN

GÉNERO

La particular visión del mundo actual que Byung-Chul Han ha desarrollado en los últimos años le permite ahora acercarse al modo en que estamos viviendo la pandemia. Cuenta, como es habitual en él, con un compañero de viaje con el que dialoga de modo intermitente; en este caso, se trata de Ernst Jünger.

Después de trazar el marco general, el autor propone la que es tal vez la tesis principal del libro: el dolor se ha convertido en un sinsentido, porque la vida misma ha perdido su propio sentido. Han denuncia la actual “histeria por sobrevivir” –que afecta incluso a los creyentes– y sostiene que vivir se ha convertido en mero sobrevivir. No es un problema de la relación con el dolor, sino de algo más hondo.

En efecto, “el sentido del dolor presupone una narrativa que integra la vida en un horizonte de significado. El dolor carente de sentido solo es posible en una vida vacía de sentido, reducida a pura supervivencia y que ha dejado de narrar”. En su opinión, nos encontramos en “una época posnarrativa”. El diagnóstico es grave, si se considera que la narrativa era la última propuesta –lanzada por autores como MacIntyre o Ricoeur– de recuperar la inteligencia en el gobierno de la propia vida.

El dolor es también para Han ocasión de enriquecer la existencia. Esta idea general va desplegando sus virtualidades en capítulos sucesivos: es ocasión de experimentar la cercanía, el cuidado y el amor; es a menudo prueba de la realidad de la propia existencia y de las relaciones que la conforman; es fuente de arte y desencadenante del surgimiento del espíritu; es ocasión de encuentro con lo indisponible y es puerta de entrada a la auténtica humanidad, a través del encuentro con el otro. Todas estas reflexiones se hacen en diálogo con Kafka, Heidegger, Lévinas…, y siempre con el pensamiento de Hegel como bajo continuo.

Las reflexiones de Han conjugan siempre la filosofía más abstracta con los ejemplos más concretos. El último capítulo ofrece una mirada al futuro político al que parece abocada la sociedad paliativa. Retomando la figura del “último hombre”, Han prevé una sociedad agotada, de individuos que con mucho gusto se hacen vigilar, con tal de no perder su bienestar. Un mundo similar al imaginado por Huxley, con la inquietante perspectiva de una inmortalidad al alcance de la mano. Un panorama poco esperanzador que, sin embargo, no es inevitable.

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