PROGRAMADOS-PARA-CREAR-MARCUS-DU-SAUTOY

Programados para crear

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALThe Creativity Code

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2020

Nº PÁGINAS408 págs.

PRECIO PAPEL24 €

GÉNERO

Hace 25 años que Deep Blue venció a Kasparov, pero es probable que el acontecimiento haya perdido su importancia porque hoy contamos con algoritmos capaces de componer cantatas que un melómano atribuiría a Bach.

Marcus du Sautoy, catedrático de matemáticas en Oxford, explica los últimos avances de la inteligencia artificial: hay software capaz de escribir, por ejemplo, una crónica periodística, de pintar un lienzo o de resolver intrincadas conjeturas científicas. A diferencia de lo que ocurría antes, en el momento actual los algoritmos no solo aprenden, sino que incluso ofrecen soluciones novedosas cuando las cosas no salen según los patrones con los que han sido programados.

Algunos creen que estas máquinas funcionan de manera muy similar a la mente humana. Pero ¿qué sabemos sobre la creatividad del hombre? ¿Cuál es el intrincado proceso que le lleva a innovar? Esta es la pregunta que orienta la reflexión de Sautoy. Su principal objetivo no es tanto el de explicar las dotes creativas que supuestamente emergen del silicio, como más bien, a partir de los logros de las máquinas, reflejar los misterios insondables de la propia inteligencia humana.

Con independencia del lugar al que nos conduzca la revolución tecnológica, es fácil concluir con Sautoy que, por ahora y afortunadamente, las máquinas no pueden prescindir de nosotros. Los algoritmos necesitan los datos que les suministramos para ir afinando sus respuestas e incluso para “producir” arte. Lo increíble no es escribir una obra como Hamlet después de Shakespeare, sino hacerlo antes que él.

Si resulta tan atractivo este ensayo, es por las infinitas anécdotas y ejemplos que jalonan sus páginas, además de las dotes literarias de su autor, ya mostradas en sus anteriores ensayos, especialmente en La música de los números primos. Cierto es que las tapas de este último se pueden cerrar con inquietud, puesto que uno se da cuenta de que todas sus interacciones con las máquinas –desde escribir un email hasta una visita ocasional a una web– se transforman inmediatamente en datos que retroalimentan a los algoritmos y refuerzan su poder. Sea como fuere, no hay duda de que el arte o es humano o es una estafa, en primer lugar, porque el deseo de crear nace del espíritu y, en segundo término, porque una máquina no es capaz de conmoverse como el hombre ante sus creaciones.

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