Entra en vigor la «tasa Chirac» sobre los billetes de avión

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El 1 de julio ha despegado en los aeropuertos de Francia la tasa sobre billetes de avión con la que se pretende financiar la compra de medicamentos contra la malaria, el sida y la tuberculosis en los países en desarrollo. La propuesta partió de Francia y ha sido aceptada por una quincena de países. A las compañías aéreas, que sufren la competencia de las «low cost», no les hace ninguna gracia este nuevo impuesto.

Los pasajeros que compren un billete en Francia deberán pagar 1 euro suplementario para los destinos nacionales y europeos en clase turista, y 4 euros para el resto del mundo. En primera clase y en «business», la tasa será 10 euros en vuelos europeos y cuatro veces mayor en viajes al resto del mundo. París dice prudentemente que con la tasa sobre los billetes de avión prevé obtener 200 millones de euros.

Por ahora sólo Francia ha puesto en marcha la «tasa Chirac», aunque otros quince países se han comprometido a imponerla también: Brasil, Chile, Chipre, Congo, Costa de Marfil, Madagascar, Islas Mauricio, Jordania, Luxemburgo, Nicaragua, Noruega, Camboya, Corea del Sur, Gabón, y Reino Unido. En este último, todas las tasas están agrupadas en un «impuesto de aeropuerto», parte del cual se destina a la ayuda al desarrollo. No puede decirse que hasta el momento la «tasa Chirac» haya encontrado un apoyo significativo. Entre otros, EE.UU. y Japón rechazan abiertamente la iniciativa francesa.

La «tasa Chirac» es una de las variadas iniciativas que se han propuesto en los últimos años para recaudar fondos con los que aumentar la ayuda al desarrollo. Durante unos años, se habló mucho, auque nunca llegó a implantarse, de la «tasa Tobin» sobre las transacciones financieras internacionales a corto plazo, una tasa propuesta por este economista para frenar los movimientos especulativos de capitales (cfr. Aceprensa 136/01). La idea fue retomada por el movimiento antiglobalización, con el fin de recaudar fondos para el desarrollo (iniciativa de la que Tobin se desmarcó).

Luego se han lanzado diversas ideas para buscar «fuentes de financiación innovadoras»: una tasa sobre el comercio de armas, que tiene la ventaja de que los países vendedores son pocos, y por lo tanto es más fácil de controlar; una tasa pequeña sobre el cambio de moneda, al menos en Europa; una contribución forzosa de las 100 empresas mundiales más importantes… Nada se ha impuesto por ahora.

A las compañías aéreas, que sufren ya la subida de los precios del carburante, la «tasa Chirac» les irrita. Consideran que ya hay demasiados impuestos sobre el tráfico aéreo. Giovanni Bisignani, director general de la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA), quiere acabar con la creencia de que el transporte aéreo es para ricos. «Debemos liquidar ese mito. El transporte aéreo no está reservado a unos privilegiados. ¡Es utilizado por casi dos mil millones de personas al año!», declara a «Le Monde» (4-07-2006).

En cambio, los laboratorios farmacéuticos estarán contentos, pues podrán vender más. Otros grupos, aunque no echen las campanas al vuelo, piensan que la tasa sobre los billetes de avión puede ser un primer paso hacia una verdadera solidaridad fiscal internacional.

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