Litros de alcohol en venas jóvenes

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Se acaba de celebrar en Estocolmo la Conferencia Ministerial sobre Jóvenes y Alcohol (19-21 de febrero), organizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ya desde la presentación, las miras apuntaron a las campañas publicitarias de la industria del alcohol. A falta de argumentos más profundos, la OMS tiene chivo expiatorio para cinco años. Lástima que el consumo de alcohol siga aumentando a pesar de todo.

Los participantes -de 51 países de la llamada Región Europea (de Portugal a Kazajstán)- citaron numerosos estudios nacionales sobre el alcohol, problemas socioeconómicos del consumo, iniciativas, control, etc. Pero el marco de la reunión era un solo dato: en 1999 fallecieron 57.000 jóvenes en Europa en accidentes de tráfico, suicidios, intoxicaciones y homicidios, relacionados con el consumo de alcohol.

Según un avance del Global Burden of Disease 2000 -un estudio sobre las cien principales causas de muerte en Europa-, una de cada cuatro muertes de jóvenes europeos entre los 15 y los 29 años se debe al consumo de alcohol. La proporción varía mucho de unas regiones a otras: en los países de la UE es el 13% del total de fallecidos en esas edades frente a un 32% en los antiguos países socialistas (ver tabla). La desproporción de muertes entre varones y mujeres por causa del alcohol es todavía mayor.

La OMS ha elegido esta vez como culpable a la industria del alcohol, llegando a decir que hace apología del consumo. Como ocurre en el informe sobre las drogas, se echan de menos razones sociológicas más profundas que expliquen el consumo excesivo de alcohol.

Cinco copas seguidas

Los datos de consumo que se manejaron en la conferencia fueron del European School Survey Pro ject on Alcohol and other Drugs, 1999 (ESPAD), que estudia el consumo de tabaco, alcohol y drogas entre estudiantes de 15 y 16 años de 30 países. Se trata de un análisis comparativo sobre encuestas a más de 100.000 estudiantes, entre 1995 y 1999.

Según el ESPAD, el consumo «tipo» de alcohol ha aumentado en más de la mitad de los países europeos entre 1995 y 1999, y no se ha reducido en ninguno. Este consumo está fijado en cinco o más copas seguidas (de vino, cerveza o combinados) cada vez. En casi todos los países ha subido también la frecuencia con que los jóvenes salen a beber.

Los estados de embriaguez repetidos se dan más en los países del norte y en las islas británicas. Por ejem plo, el 30% de los daneses de 15 y 16 años y el 24% de los irlandeses y británicos reconocen haber bebido más de la cuenta por lo menos tres veces en el mes anterior a ser encuestados. Más de la mitad de los jóvenes europeos de 15 y 16 años ha experimentado una borrachera.

Contra la publicidad

En el discurso de apertura, Gro Harlem Brundtland, directora general de la OMS, dijo que «en los últimos 10 ó 15 años los jóvenes se han convertido en blanco de las actividades de promoción de bebidas alcohólicas». Por su parte, Bernard Kouchner, ministro de Sanidad francés, continuó el acoso diciendo que «la vida nos hace correr riesgos, pero riesgos aceptados, y no impuestos por los grupos económicos y la publicidad». ¿Impuestos?

Brundtland se lamentó de que «cuando un número importante de recursos en marketing está destinado a influir en nuestro comportamiento, promover una actitud equilibrada y sana hacia el alcohol se hace cada vez más difícil».

Para Brundtland, la situación de algunas regiones europeas es preocupante, ya que mientras el con sumo de alcohol por habitante se está reduciendo en muchos países, cada vez con más frecuencia los jóvenes consumen excesivas cantidades de alcohol en episodios aislados. Según la directora general, las medidas para reducir el acceso al alcohol (como la edad legal mínima para el consumo o las restricciones de horarios para vender alcohol) han logrado reducir el consumo. Así como las restricciones publicitarias: aunque no sea este el único factor, los países de la OCDE que prohíben la publicidad del alcohol tienen un 23% menos de accidentes de tráfico que los países que no la prohíben.

Esa Österberg, del Grupo Nacional de Investigación sobre Alcohol y Droga, de Helsinki, dijo que, como era de esperar, la progresiva relajación del control del alcohol se ha traducido en un incremento del consumo. Pero es más difícil de probar que las «nuevas» medidas de control, como las campañas educativas, la información y el control publicitario, hayan tenido efectos en el consumo.

Con todo, el control publicitario quedó incluido entre los objetivos para cambiar los hábitos juveniles de consumo de alcohol, de aquí a 2006. De esta manera, la OMS pretende reducir el número de accidentes mortales y la violencia provocada por el alcohol.

Pero además de la publicidad, habrá que enfrentarse con otro problema que tiene más difícil solución. Según Marc Danzon, director regional de la OMS, «el consumo de alcohol está profundamente arraigado en la cultura y en las actividades sociales de muchos países». Quizás por eso, los productores de alcohol confían más en inculcar a los jóvenes el consumo responsable. Suerte a todos.

Ignacio F. Zabala

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