Para tener ideas y datos sobre población y desarrollo

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Ante la Conferencia de El Cairo
La próxima Conferencia sobre Población y Desarrollo (El Cairo, 5-13 septiembre), convocada por la ONU, ha vuelto a poner en primer plano el debate sobre las implicaciones del crecimiento demográfico. Éste es un tema al que desde hace años Aceprensa ha venido prestando gran atención, como puede advertirse en los Índices anuales en las voces sobre «Población» y «Natalidad». En este servicio nos limitamos a recordar algunos artículos e informaciones publicados en los últimos cuatro años, a los que puede acudir el suscriptor que desee documentarse.Evolución de la población mundial

Un primer grupo de servicios se refiere a la evolución de la población mundial y en distintas zonas.

Gérard-François Dumont, profesor de la Universidad de París-Sorbona, ofrece una visión sintética de la situación y perspectivas de la población mundial (servicio 50/94). Los datos ofrecidos por este demógrafo francés muestran la caída de la fecundidad, la distinta situación del Norte y del Sur, las proyecciones sobre el crecimiento demográfico y las evoluciones más probables.

En Europa el problema es el envejecimiento de la población, plasmado en el último informe del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (servicio 41/94); una evolución causada por la escasez de natalidad y que, unida al paro, amenaza el futuro de las pensiones. La población española no es una excepción en esta tendencia, según los datos del censo de 1991 comentados por Manuel Ferrer Regales, catedrático de Geografía de la Universidad de Navarra (servicio 17/93). Un caso aparte es el de Rusia y los países ex comunistas europeos, que están sufriendo una sangría demográfica por la crisis económica y el deterioro sanitario (servicio 52/94).

Las conclusiones de una nueva corriente de demógrafos que cuestiona los dogmas malthusianos son expuestas en un artículo de Karl Zinsmeister, del American Enterprise Institute (servicio 111/93). Los análisis empíricos de estos expertos muestran que en la mayor parte del Tercer Mundo el nivel de vida se ha elevado rápidamente; también se observa que el éxito económico se puede lograr tanto en países poco poblados como en los de elevada densidad de población.

El premio Nobel de economía Gary S. Becker criticaba recientemente a los neomalthusianos, destacando que la familia media del Tercer Mundo vive mejor que hace cuarenta años, aunque la población haya aumentado (servicio 83/94). Este enfoque era compartido por el también premio Nobel de economía Friedrich Hayek, que en la última obra que escribió -La fatal arrogancia- dedicaba un capítulo a mostrar que el aumento de la población no tiene por qué ser un obstáculo para el desarrollo, siempre y cuando se respeten las leyes de la economía de mercado (servicio 73/91). La realidad del retroceso de la pobreza unido al aumento de la población se reflejaba en los datos del último censo de la India (servicio 70/91).

Población y recursos

Al hablar de la relación entre población y recursos, el aspecto más inmediato es la capacidad de la Tierra para alimentar a una población creciente. Este asunto es aclarado por Édouard Sauoma, hasta hace poco director general de la FAO, en una entrevista (servicio 35/94): explica que la producción alimentaria mundial ha crecido más deprisa que la población y sugiere modos de ayudar a los países en vías de desarrollo.

En esta misma línea, Dennis T. Avery, del Hudson Institute, muestra cómo la agricultura ha sido capaz de responder a la demanda mundial de alimentos (servicio 163/91); y las investigaciones de Donald Plucknett, de las que informa la revista Science, confirman que la productividad por hectárea cultivada ha aumentado en casi todo el mundo en los últimos diez años (servicio 148/93).

A pesar de todo, sigue habiendo gente que sufre y muere de hambre. Pero no esas cifras increíblemente exageradas que repiten los mensajes catastrofistas y que no resisten un mínimo análisis (servicio 128/92). La causa de las hambrunas no es el exceso de población, sino principalmente la guerra, como ocurre en África (servicio 78/91).

A medida que han quedado desmentidas las profecías sobre el hambre o el agotamiento de los recursos minerales, las campañas en favor del control de natalidad han puesto el acento en el posible riesgo de la degradación del medio ambiente por una población excesiva. Esto ya se advertía en el informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) sobre la población mundial en 1990, que comenta Ignacio Aréchaga (servicio 85/90). La tesis de que hay una relación directa entre el aumento de la población y los daños al medio ambiente está lejos de ser admitida por todos los especialistas. Paul Shaw, del Banco Mundial, expone los argumentos de este debate (servicio 101/92).

En las alarmas sobre daños al medio ambiente, las propuestas razonables se mezclan con cifras exageradas, como ocurre al hablar de la extinción de especies, según advierte Julian Simon (servicio 70/93). O cuando se difunde la idea de la escasez de agua, si bien el problema es de mala gestión por dificultades políticas o retraso tecnológico, a juicio del hidrólogo Ramón Llamas (servicio 44/94).

Campañas de contracepción

Para comprender las técnicas desinformativas empleadas en las campañas de contracepción en África es ilustrativo el artículo de Elizabeth Sobo (servicio 162/91). El propio UNFPA utiliza datos engañosos en su informe anual sobre el estado de la población mundial, según denuncia Fernando Orrego en un comentario publicado en Nature (servicio 162/91).

Es poco conocido que la píldora anticonceptiva se elaboró originalmente con fines eugenésicos y se experimentó sin apenas garantías en mujeres pobres portorriqueñas, según cuenta Linda Grant en su obra Sexing the Millennium (servicio 136/93). Joe McGowan, que vive en la India, asegura que los métodos de regulación natural de la natalidad son los que más favorecen el respeto a la mujer y la igualdad dentro del matrimonio (servicio 48/92).

En una de las campañas con vistas a la Conferencia de El Cairo, se promovió una declaración común de Academias de Ciencias de todo el mundo en favor del «crecimiento demográfico cero». Pero precisamente la Academia africana, que agrupa a las de todo el continente, hizo pública su disconformidad (servicio 159/93). Una respuesta asiática a las campañas de control de natalidad promovidas por organismos occidentales puede leerse en un editorial de Far Eastern Economic Review (servicio 70/93).

La Conferencia de El Cairo

El proyecto de documento final de la Conferencia de El Cairo ha suscitadola crítica de la Santa Sede. Juan Pablo II ha mostrado su preocupación con varias iniciativas, incluida una carta a los jefes de Estado (servicios 42/94, 52/94 y 56/94). La Santa Sede ha explicado que el documento carece de rigor científico y no contiene ninguna referencia ética (servicio 60/94). Esta dimensión ética de la evolución demográficaes examinada en un documento publicado por el Consejo Pontificio para la Familia, que ofrece además una reflexión crítica algunos clichés en torno a los problemas de población (servicio 77/94).

La oposición del Vaticano y de otros países impidió que se aprobara por consenso el proyecto de documento de El Cairo en la fase previa de la Conferencia celebrada en Nueva York (servicio 64/94). La Unión Europea no ha alcanzado una postura unánime sobre el documento (servicio 72/94) y también hay posturas enfrentadas en Latinoamérica (servicio 76/94).

Lecturas sobre poblaciónPara comprender bien las cuestiones demográficas, conviene leer algún libro que aborde el tema de modo general. Entre la extensa bibliografía publicada sobre población, seleccionamos algunos títulos recientes -cada uno con un punto de vista peculiar- asequibles para los no especialistas.Anselm Zurfluh, ¿Superpoblación?, Rialp, Madrid (1992), 156 págs., 1.500 ptas.

Antes de asustarse por predicciones horripilantes sobre el crecimiento de la población, hay que comprobar si las profecías estadísticas no adolecen de un error de perspectiva. Esto es lo que hace Anselm Zurfluh, especialista en demografía histórica, en esta obra que se distingue por su carácter eminentemente divulgativo, con abundantes gráficos y tablas (ver servicio 82/92).

Los catastrofistas basan sus previsiones en el supuesto de que las tendencias demográficasactuales se mantendrán en el porvenir. Pero la demografía, si pretende llegar a conclusiones científicas, ha de atender a periodos largos. En consecuencia, Zurfluh se fija más en las tendencias estructurales que en los acontecimientos inmediatos. Así puede mostrar, por ejemplo, que en el Tercer Mundo, pese al aumento de población, la fecundidad está bajando.

Frente a quienes cifran la supervivencia humana en poner freno a la población, la historia enseña que las reducciones o estancamientos demográficos no son positivos. Por el contrario, son preludio o consecuencia de retrocesos en las sociedades que los han experimentado.

A la vista de las lecciones de la historia, Zurfluh examina la situación de Europa, con un apartado específico dedicado a España. El envejecimiento de estos países anuncia problemas (disponibilidad de mano de obra, crisis de los sistemas de pensiones…) que parecen no tener más que dos salidas posibles: la inversión de las tendencias de natalidad o la absorción de inmigrantes.

Julian L. Simon, El último recurso, Dossat, Madrid (1987), 484 págs. (The Ultimate Resource, Princeton University Press, Princeton, 1981).

El pesimismo demográfico teme que, si seguimos creciendo, llegará un momento en que no habrá bastante para todos. El economista norteamericano Julian Simon estudia la relación entre población y recursos, con dos eficaces remedios contra el espanto: confrontar las previsiones catastrofistas con lo que en realidad ha ocurrido y sugerir enfoques originales que descubran la otra cara de los problemas (ver servicio 27/87).

El miedo al aumento de población se basa en un craso error: creer que los recursos son fijos o tienen un límite definible. La cantidad de recursos disponibles está constantemente afectada por nuevos descubrimientos tecnológicos y nuevas demandas comerciales. Por tanto, no debe asombrar que en los últimos decenios las reservas de materias primas hayan aumentado, en vez de disminuir, a la vez que crecía la demanda. Igualmente, se ha incrementado la producción de alimentos por habitante.

A la vez, como los recursos efectivos dependen del trabajo humano, el crecimiento demográfico tiene efectos positivos. Amplía los mercados y estimula la actividad económica. Por ejemplo, hace que sean rentables muchas inversiones en infraestructuras, necesarias para la prosperidad, que no son factibles donde la población es escasa y dispersa.

En definitiva, no hay fundamento científico para afirmar que la población actual es demasiado grande o que aumenta demasiado deprisa. Tales prejuicios olvidan un dato fundamental de la economía: el ingenio y el trabajo humanos. Antes que la tierra o cualquier otro medio material, el ser humano es el recurso supremo.

Jean-Claude Chesnais, La revancha del Tercer Mundo, Planeta, Barcelona (1988), 272 págs., 1.300 ptas. (La revanche du tiers-monde, Laffont, París, 1987).

La obra de Chesnais -investigador del Instituto Nacional de Estudios Demográficos francés- estudia el caso de los países en desarrollo. El autor, discípulo de Alfred Sauvy, combate particularmente dos tópicos sobre el Tercer Mundo: el malthusiano y el marxista, que achacan el subdesarrollo al crecimiento demográfico y a la explotación imperialista, respectivamente (ver servicio 77/88).

Chesnais muestra que la expansión demográfica en el Tercer Mundo no ha impedido la mejora de las condiciones de vida. En efecto, estos países, pese a todos los problemas que padecen, entre 1950 y 1980 registraron una subida media del 2,5% anual de la renta por habitante.

En el libro de Chesnais, la refutación del marxismo ha quedado desfasada en la misma medida que éste. Pero las observaciones sobre la organización de la economía siguen teniendo valor, entre otras cosas para explicar las excepciones a la mejora general de los países en desarrollo: el retroceso de América Latina y África subsahariana en los años 80. Los males no se deben a ningún «exceso» de población: tienen la culpa la inestabilidad política, las guerras, el intervencionismo exagerado, el descuido de las inversiones básicas.

Cuando trata el control de la natalidad, Chesnais no emplea un enfoque ético, sino puramente económico. Desde este punto de vista, insiste en que el Tercer Mundo saldrá adelante con el libre mercado. Si adopta la sensatez económica, dice, le espera un despegue como el del Primer Mundo en el pasado; pero esta vez con una importancia histórica mucho mayor, porque afectará a una población diez veces más grande.

Jacqueline Kasun, La guerra contra la población, Ed. Arias Montano, Madrid (1993), 231 págs., 1.700 ptas. (The War Against Population, Ignatius Press, San Francisco, 1988).

El libro de Jacqueline Kasun, profesora de economía en la Humboldt State University en California, quiere demostrar que las alarmas por la explosión demográfica no se basan en hechos comprobados sino en una ideología. También compara la dinámica del mercado con la de las economías planificadas para hacer ver que los propios mecanismos de una economía de mercado hacen innecesario que los poderes públicos controlen la población.

La segunda y más amplia parte del libro examina las organizaciones norteamericanas empeñadas en el control de la natalidad y sus campañas en todo el mundo. Se encuentran ahí datos bien documentados sobre el vínculo entre la ayuda exterior norteamericana y el control de la población. Kasun analiza también la orientación de los programas de educación sexual impartidos por estas organizaciones, especialmente los planteamientos falaces que utilizan a la hora de proponer «soluciones» al embarazo de adolescentes. El trabajo se completa con un minucioso «quién es quién» de las organizaciones antinatalistas en Estados Unidos y de los datos públicos sobre su financiación. Un libro clarificador, sobre todo en la edición original, ya que la traducción española deja bastante que desear.

Hervé Le Bras, Les limites de la planète. Mythes de la nature et de la surpopulation, Flammarion, París (1994), 350 págs. 130 FF.

Los que piensan que la superpoblación es la causa de todos los males harían bien en confrontar su creencia con los datos y argumentos que aporta este especialista francés. Punto por punto, con claridad y precisión, demuestra que es imposible determinar los límites ideales de la población mundial, y que no existe ninguna relación entre densidad de población y pobreza. También fustiga algunos tópicos que pasan por verdades a propósito del efecto invernadero o del agujero en la capa de ozono.

Gérard-François Dumont, Le festin de Kronos, Fleurus (1991), 204 págs.

Discípulo de Alfred Sauvy, este profesor de la Sorbona llama la atención como su maestro sobre los riesgos que supone la vertiginosa caída de la natalidad en Europa. Ve un símbolo de esta involución en el mito de Cronos que devoraba a sus propios hijos para que no le disputasen el poder. El autor destaca que este fenómeno es radicalmente distinto de la «transición demográfica»: la adaptación de la natalidad a una mortalidad mucho más reducida que antes se había realizado ya en 1930.

El fenómeno no puede achacarse sólo a la revolución contraceptiva. También intervienen factores ideológicos -como la prioridad dada al ego o el miedo irracional al porvenir y, por tanto, al crecimiento de la población-, que acaban siendo autodestructivos.

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