Un millón de chinos por año no encontrarán esposa

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El régimen chino está abriendo la caja de Pandora con su política del hijo único, al provocar desequilibrios demográficos a largo plazo que serán difícilmente reversibles. Aparte de los problemas que causará el envejecimiento de la población -que será aún más rápido que en Occidente-, en el próximo siglo habrá una fuerte desproporción entre los sexos, a favor de los hombres, que ya no es evitable. Un estudio publicado en Science (1) calcula la magnitud de este fenómeno.

La prohibición de tener más de un hijo ha provocado un espectacular descenso de la natalidad en China: de 23,3 nacimientos por mil habitantes en 1987 a 18,24 por mil en 1992. Paralelamente, la tasa total de fecundidad (número final de hijos que tiene una mujer media a lo largo de su vida fértil) ha bajado de 2,25 en 1990 a 1,8 en 1992 (ver servicio 60/93). Estos resultados se acercan a los objetivos del gobierno, aunque aún no le satisfacen (ver servicio 26/95).

Pero las restricciones a la libertad de las familias han hecho que la tradicional preferencia por los hijos varones lleve a un importante «déficit» de niñas. En condiciones naturales, la tasa de sexos en los nacimientos (TSN) está alrededor de 105 niños por cada 100 niñas; en China, es de 113,8 (último dato oficial, de 1990).

Aparte de razones culturales, los padres chinos desean tener algún hijo varón para que les ayude cuando sean ancianos, ya que una hija, al casarse, pasa a formar parte de la familia del marido. La política del hijo único refuerza esta tendencia. La desaparición de varios millones de niñas debe de obedecer en parte a nacimientos no registrados con objeto de sortear la prohibición de tener más hijos. Pero influyen más, según la literatura revisada por los autores del estudio citado, los infanticidios y los abortos de niñas. El diagnóstico prenatal del sexo es ilegal, pero se practica con frecuencia.

Con la política del hijo único ha ido aumentando la TSN: en 1982 era de 107,2, y en 1989 había llegado a 111,3. El estudio mencionado calcula las consecuencias futuras de este fenómeno suponiendo que la TSN se mantenga en el nivel de 1990, aunque es probable que siga subiendo. La previsión es que, a partir de 2010, se romperá el equilibrio de los sexos en la población en edad de contraer matrimonio. En 2020 el «superávit» anual de varones alcanzará el 8%, lo que en términos absolutos supondrá que aproximadamente un millón de hombres de cada generación no podrán encontrar pareja. Esta situación se dará inevitablemente hasta el año 2050 por lo menos, aun en el caso -improbable- de que empiece a bajar la TSN.

El gobierno chino intenta combatir la preferencia por los hijos varones con medidas de seguridad social dirigidas específicamente a las personas mayores que no tienen ninguno. Precisamente, el gobierno mide la carga que pesa sobre la seguridad social con este criterio. La magnitud empleada, una cierta tasa de dependencia (TD), es la proporción entre el número de mayores de 65 años sin hijos varones y la población en edad de trabajar (20-64 años).

Pero el estudio descubre que los esfuerzos del régimen por fomentar la aceptación de las hijas no aliviarán las cargas sociales. Los autores calculan cómo variará la TD hasta 2050 en dos hipótesis: con la actual TSN y con la TSN natural. La evolución es prácticamente igual en ambos casos (se duplicará la TD), pues depende de la fecundidad y la mortalidad.

Aun sin control de la natalidad coactivo, pero con facilidad para abortar, la preferencia por los hijos varones se nota también en las estadísticas demográficas de otros países asiáticos, especialmente Corea del Sur y la India. En el primero, la TSN ha subido de 106,9 (1982) a 113,6 (1989). En India está adelgazando el lado femenino de la pirámide de población: el número de mujeres por cada mil hombres ha pasado de 934 (1981) a 927 (1991).

El estudio sobre China no analiza los trastornos sociales que puede provocar el «superávit» masculino en la población casadera; sólo señala que un fenómeno como ése siempre es peligroso. Las consecuencias, difíciles de prever, pueden ser desde más inquietud social y aumento de la criminalidad hasta movimientos migratorios.

________________________(1) S. Tuljapurkar, N. Li y M.W. Feldman, «High Sex Ratios in China’s Future», Science (10-II-95).

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