Cuando un joven desarrollador con afición por los insectos creó un videojuego sobre coleccionismo, metamorfosis e intercambio de monstruos, Nintendo supo explotar su éxito a escala mundial. Y así, tras más de una década de entregas, llegamos a la quinta generación de juegos de la franquicia con las ediciones blanca y negra.
La premisa, con independencia de la versión escogida, es la habitual: un joven (chico o chica) entusiasta de una pequeña aldea sale a conocer mundo para madurar y convertirse en un gran entrenador pokémon y elaborar una enciclopedia con sus descubrimientos. En el camino tendrá que enfrentarse a otros entrenadores, a monstruos salvajes y al principal antagonista del juego, un supuesto grupo de activistas de los derechos de los monstruitos que aboga por su liberación. Pese a su sencillez, la trama suscita el suficiente interés como para avanzar en ella y hay que destacar que aporta algo más de trasfondo moral al plantear la posible esclavitud de estas mascotas.
La diferencia entre las dos ediciones es más acusada que antes y reside en la exclusividad del contenido: hay localizaciones y monstruitos propios de cada una, de modo que si queremos coleccionarlos todos (hay 156 especies originales con nuevos movimientos) habrá que relacionarse con otros usuarios. Se fomenta el juego cooperativo, para ayudar, entrenar e intercambiar, con usuarios de los alrededores o de todo el mundo mediante red. La principal innovación supone subir a una web oficial tus criaturas para participar desde el ordenador en minijuegos y conseguir monstruos exclusivos. Para los más fanáticos, al acabar el juego se permite añadir las mascotas conseguidas en anteriores títulos conectando los viejos cartuchos a la consola.
Por lo demás, los esfuerzos se han destinado a mejorar la experiencia haciendo caso de las demandas de los jugadores. Así, por ejemplo, se han eliminado lastres como las restricciones para enseñar técnicas a las criaturas o el envenenamiento de éstas una vez acabado un combate, y se han unificado las tiendas y los centros pokémon en un mismo edificio para atender las necesidades en menos tiempo. El componente estratégico se ha potenciado asimismo, de modo que ahora pueden luchar hasta tres criaturas por bando y las cualidades y posición de cada una influyen. Por suerte esta complicación no se traduce en los controles, que son tan precisos y asequibles como de costumbre.
Esta entrega no innova, pero pule la fórmula para agradar al público y adaptarse a los nuevos tiempos. Además, los valores que fomenta (amistad, amor, superación) compensan, de cara a los más jóvenes, la evidente mercadería que rodea a los monstruitos.