Sin and Punishment 2 se basa en conseguir récord de puntos en una mecánica “sobre raíles” y basado en el antiquísimo género del “shoot ’Em up”: disparar a todo aquello que se mueva, y a la vez moverse para que no nos alcancen sus disparos. No ofrece mucho más: la historia, aunque original, es completamente prescindible; las secuencias de vídeo, prácticamente innecesarias, y no hay lugar para la exploración o la reflexión, pero tampoco lo necesita porque tiene un elemento rebosante: muchísima acción y diversión a cada paso que damos.
Haciendo un gran uso del Wiimando, que utilizaremos a modo de puntero, nos enfrentaremos a innumerables hordas de enemigos, mientras que con el nunchuck moveremos al personaje. Aunque al principio se nos hará algo raro el manejar dos entes independientes a la vez (personaje y mirilla), a los pocos minutos todo encajará y podremos sumergirnos en la alegre algarabía de rayos láser y extraños engendros. Además, incluye un curioso modo cooperativo: pueden jugar dos personas a la vez pero sólo se verá un personaje en pantalla, lo cual resulta algo extraño. Por desgracia, se echa en falta un modo online, laguna rara en los tiempos que corren.
En todo caso, el tiempo pasará volando, más rápido todavía que con muchos otros juegos supuestamente más modernos y sofisticados, dejándonos una agradable sensación adrenalínica porque los desarrolladores han decidido que si este es un juego de acción, que sea la madre de todas las acciones: ni un segundo de respiro, ni una situación repetida o repetitiva; todo es espectacular y sorprendente, y siempre nos dejará con ganas de más y haciendo que el juego, aun siendo muy corto, nos lo queramos pasar repetidas veces.
En definitiva: nos encontramos ante un claro caso de título donde menos es más, lleno de diversión y euforia. Además, apto para todos los públicos.