Un honrado padre de familia judío que vive de una peluquería en el París ocupado por los nazis, tiene que tomar la terrible decisión de disgregar a la familia para salvar la vida de todos. Los pequeños Joseph y Maurice, con diez y doce años, emprenden solos la huida a través de la Francia sometida.
La novela autobiográfica de Joseph Joffo Un saco de canicas se publicó en 1973 y supuso un increíble éxito editorial. Es posible que el millón de espectadores que la cinta de Christian Duguay ha registrado en Francia tenga mucho que ver con la grandísima difusión de la novela: los lectores de la historia juvenil son hoy adultos deseosos de ver en la pantalla a los pequeños héroes de su adolescencia.
La cinta de Duguay que ahora se estrena tiene virtudes y defectos a partes iguales. Su fidelidad al texto y, sobre todo, al espíritu esperanzado del valeroso Joffo es uno de sus grandes valores. La historia, a pesar de la tragedia, está llena de humanidad y de un sentido optimista de la existencia.
El director maneja los clímax a la perfección, y eso, que es la principal baza de la película, es también su peor defecto: la búsqueda de la emoción acaba siendo en exceso melodramática, aunque indudablemente funciona.
Algo similar sucede con la puesta en escena, cuidada y de buena factura que, sin embargo, resulta artificiosa y, en algunos momentos, poco verosímil.
Por su temática y tratamiento, resulta interesante para su uso en escuelas, tanto por los valores de los protagonistas como por la lección de historia adecuada al público más joven.
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