Hay que ser valiente para rodar un documental que sabes que no va a poder ver ninguno de tus personajes. Carlos Agulló, un madrileño de 42 años que se estrenó en la dirección de cine con un premiadísimo documental, Plot for Peace, reconoce que le va a costar llevar a la gente al cine.
En una sociedad que –con razones o sin ellas– presume de belleza, dinero y salud en Instagram, adentrarse en un reportaje sobre el trabajo de un equipo de cuidados paliativos con un grupo de enfermos terminales no parece la propuesta más apetecible.
Consciente de ello, Agulló sabe atrapar al espectador en el primer minuto. En ese primer minuto, el doctor Pablo Iglesias –verdadero protagonista del film junto con los enfermos y sus cuidadores– resume en diez palabras la esencia de la película: “Si te tomas la vida como una lucha contra la muerte, estás perdido”.
Es muy interesante el reframing que Agulló plantea al empezar la película. No vamos a hablar de unos hombres que mueren porque eso no es noticia: todos vamos a morir. Vamos a hablar de cómo estar vivos hasta que llegue ese momento. Como resume la genial ilustración de Paco Roca que sirve como cartel y título de la película: “Todos vamos a morir algún día… pero los demás días, no”.
Y esos “demás días” se pueden vivir de muchas maneras y es importante vivirlos de la mejor de las maneras posibles. Ahí entran los cuidados paliativos y ahí entra un manojo de historias entrañables: la de Juan, que ha dedicado su vida al cine; la de Ángela, que a sus 43 años afronta que hay muchas cosas que ya no hará, pero se le iluminan los ojos cuando habla de las que ya ha hecho; la de María, una joven que –abandonada por su padre a los 13 años– decide hacer las paces con su pasado y pide la baja en su trabajo para cuidarle en sus últimos momentos. O la de Cristina. La única superviviente, gracias a una mezcla de fuerza de voluntad, de cuidados médicos, de milagro divino… y de una relación sentimental sorprendente…
Cada historia es una pequeña joya que Agulló rueda sin ningún tipo de artificio: sin música, sin iluminación, sin equipo, recogiendo el instante, sin repetir tomas… Rodar en el momento clave y más verdadero de una biografía tiene sus reglas. Y son muy estrictas.
Y, sin embargo, no importan los indudables fallos de planificación, la sensación de imprecisión e irregularidad (unas historias más desarrolladas, otras abruptamente finalizadas). La vida –y la muerte– son así. Imperfectas, imprecisas. No sabemos el día ni la hora y, por eso, hay que vivir como si cada día fuera el último… y el primero.
Cuesta hincarle el diente a Los demás días, hay que ser valiente para ponerse delante de la pantalla… pero el viaje que nos propone merece totalmente la pena.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta
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