Tiene esta gran película un tipo de belleza que no es la habitual en lo que podríamos llamar cine convencional. En Converso se habla, se cuenta –se intuye primero y se toca progresivamente– como en un buen thriller de investigación el magnum mysterium que se canta en un inolvidable motete polifónico de Tomás Luis de Victoria.
David Arratibel (Pamplona, 1974) ha ganado el premio a la mejor dirección de documental en el Festival de Cine Español de Málaga. Y me parece bien. Pero calificar la película como documental es, a mi juicio, un error, como lo sería aplicar ese calificativo a La academia de las musas de Guerín, El gran silencio de Gröning o Ser y tener de Philibert.
Converso es una historia apasionante contada con una pericia extraordinaria que te mantiene una hora pendiente de todo: palabras, gestos, música, espacios, silencios; el sonido de la vida cotidiana, de la emoción, del asombro… En el fondo, estás en vilo siguiendo el trabajo de un artista que concibe una película y termina gestando otra…
“Toda mi familia se ha convertido a la fe católica. La distancia con ellos se hacía cada día más grande, así que me propuse hacer una película para entender cómo el Espíritu Santo había entrado en sus vidas y, de alguna forma, también en la mía. Una película de cariños, ausencias y distancias”.
¿Se dan ustedes cuenta de la maravillosa aventura que supone salir al encuentro de Dios con una cámara, un micro y un difusor? Converso es una obra igualmente poderosa y conmovedora por lo que cuenta y por lo que deja de contar, por lo que muestra y por lo que oculta con pudor, ese pudor tan importante en la vida y en el arte. Dice el director que ha montado la película cerca de 20 veces. Resulta comprensible. El resultado final es magnético, bellísimo, con el tempo afinado y la progresión adecuada. El viento, los tubos, Bach, Navarra, el sentido del humor (el buen humor es un indicio de la presencia de Dios). Un papel que dobla una madre, el móvil apagado que suena inesperado, amores de loba. Gente que busca. Y que encuentra y comparte.
Defender que la película es interesante en el fondo pero no vale gran cosa desde el punto de vista formal, es desconocer qué es el cine con C grande. Converso brilla con una luz que es la que tiene que ser. Otra luz (otro estilo, ya me entienden) resultaría pedante e impostada. “Si el Espíritu Santo entra en tu casa, ¿es posible hacer una película sobre él?”, se pregunta Arratibel. Sí, es un magnum mysterium, pero sí.
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