Mathieu tiene 33 años, es ejecutivo de una empresa próspera, está casado y tiene un hijo de siete años. Su única “frustración” es no haber conocido a su padre; ni siquiera sabe quién fue: él es el resultado de una rápida aventura de su madre. La historia comienza cuando recibe una llamada desde Canadá que le anuncia que su padre acaba de fallecer y le ha dejado en herencia un paquete. Mathieu decide ir a Montreal para el entierro y conocer a su familia.
El hijo de Jean comienza como una anécdota curiosa en la vida cotidiana de un burgués, y cobra el carácter de una aventura en la que hay un misterio –uno pequeño– que resolver. Paso a paso, el espectador queda enganchado por aquel enigma familiar, y por otro, más importante: ¿qué va a hacer …
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.