En 1984, apoyándose en una historia bastante tontorrona –la de un grupo de parapsicólogos en paro que deciden montar una empresa para cazar espectros–, un grupo de actores con una estimable vis cómica –encabezados por Bill Murray y Sigourney Weaver– y, sobre todo, un pegadizo tema musical, Cazafantasmas se convertía en un taquillazo mundial. Desde el punto de vista cinematográfico, la película era corrientita pero fue un auténtico blockbuster, nunca mejor dicho.
32 años después, Ivan Reitman cede la batuta de la dirección (aunque sigue figurando en los créditos como productor) a Paul Feig, realizador de la sobrevalorada (no por la crítica sino por el público) La boda de mi mejor amiga y un par de comedias similares con reparto mayoritariame…
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