Es el 8 de mayo de 1945, Día de la Victoria. En Londres, a la espera del discurso del rey, todo el mundo se ha lanzado a la calle a festejar. Los guionistas han imaginado que esa noche las princesas Elizabeth –futura reina Isabel II– y su alocada hermana menor, Margaret, querrían salir de palacio y mezclarse con el pueblo en sus celebraciones, irían de incognito y podrían ver, de primera mano, lo que piensa y siente la población de Londres.
Julian Jarrold (Retorno a Brideshead) ha realizado un simpático filme de época; la ambientación es cuidada pero la historia es mínima: básicamente, un pretexto para dar una vuelta por Londres, de Buckingham Palace al último antro, pasando por Trafalgar Square y el Támesis. Cada princesa encontrará un paladín que ignora quién es su acompañante de esa noche. Tal vez la situación recuerde a Vacaciones en Roma, pero no tiene nada que ver. Noche real se limita a rodar de forma académica a sus altezas en plena fiesta, una de ellas consciente de que está fuera de lugar; la otra felizmente irresponsable.
Las peripecias son sencillas; el tono, principalmente amable, salvo un par de cesiones a lo chabacano. Sarah Gadon, joven actriz en alza, veterana en series de televisión, resulta una solvente princesa Elizabeth, que se mete en líos por encontrar a su hermana. Hay química entre ella y su paladín Jack Reynor. Rupert Evertt y Emily Watson son unos reyes de lujo, pero apenas tienen unos minutos de cámara.