Ivan Locke es el protagonista absoluto de un drama que se desarrolla según el modelo clásico de las tres unidades: acción, tiempo y lugar. Tras recibir una llamada, Locke coge su vehículo para acudir al encuentro de una mujer. La película comienza con Locke subiendo a su BMW, y termina ochenta y cinco minutos más tarde, cuando llega a destino. En todo el viaje la cámara no lo abandonará un segundo. A lo largo del camino hará múltiples llamadas telefónicas y recibirá muchas más, asistimos al desarrollo del drama en tiempo real, y a un recital interpretativo de Tom Hardy.
Steven Knight (Negocios ocultos, Promesas del Este, Redención) ha escrito y dirigido un drama minimalista, formalmente inspirado en Enterrado de Rodrigo Cortés, aunque, por razones evidentes, esta historia ofrece mucho más: Tom Hardy arranca con una expresión inescrutable; poco a poco, a medida que las consecuencias de su decisión se van haciendo patentes, va desvelando su alma, habla con su hijo, con su mujer, con su jefe, con sus subordinados; se irrita, llora, increpa a su difunto padre… nos conmueve profundamente.
Cuando el coche se pone en marcha Locke tiene un problema y llama a su casa, “no podré ver el partido contigo, lo siento”. Media hora más tarde no tiene nada, solo la voluntad de hacer lo correcto aunque le esté pasando una factura tremenda.
Como en Enterrado el guion está obligado a exagerar en algún momento, pero en el caso presente el actor supera el escollo.
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