Gravity

TÍTULO ORIGINAL Gravity

PRODUCCIÓN Estados Unidos - 2013

DURACIÓN 90 min.

DIRECCIÓN

PÚBLICOJóvenes

ESTRENO23/09/2013


Una versión de esta reseña se publicó en el servicio impreso 80/13

(Actualizado el 3-03-2014)

Del extenso número de películas que cada año llegan a la gran pantalla son muy pocas las que resistirán el paso del tiempo y entrarán en la historia del cine. Cuando se estrena una de esas, hay que levantarse de la butaca y aplaudir porque ha nacido un clásico. Eso es lo que ha hecho el público que ya ha visto Gravity (tanto en Venecia como en San Sebastián): levantarse y aplaudir, porque Alfonso Cuarón ha rodado una película que estudiarán nuestros nietos. James Cameron, director de Avatar –que nunca será un clásico aunque tenía algún mimbre para serlo–, fue contundente cuando la vio. “Me dejó impresionado, absolutamente derrotado. Es la mejor película sobre el espacio jamás hecha, y la película que había estado esperando ver desde hacía muchísimos años”.

Alfonso Cuarón, que ya había demostrado su buena mano con la ciencia-ficción en la notable Hijos de los hombres, ha escrito –ayudado por su hijo Jonás– una conmovedora historia de redención y superación, la de una madre noqueada por el sufrimiento. Ha plasmado en el guion una bellísima amistad entre un hombre y una mujer, ha traducido en diálogos los anhelos de inmortalidad y trascendencia del ser humano…y su vulnerabilidad; el valor de la vida y la certeza de que –suspendido en el espacio– ese mismo ser humano tiende a dirigirse a un Ser superior aunque, en principio no crea en él, y ni siquiera sepa cómo (“tendría que rezar… pero no sé, nadie me ha enseñado nunca”).

La película de Cuarón pasará a la historia no por la magnífica secuencia de arranque (15 portentosos minutos de plano-secuencia) ni por el espectacular uso del 3D, por una vez no solo justificado sino –a película vista– radicalmente necesario. No pasará a la historia por el magistral uso del sonido, ni por la bellísima fotografía del maestro Lubezki, ni por la interpretación de un George Clooney que vuelve a derrochar carisma… utilizando solo la voz. Pasará a la historia porque todo este derroche técnico –que lo hay, y es maravilloso– está al servicio de lo importante: de la historia, del guion, del personaje… Al servicio del verdadero cine, de ese que se escribe con mayúscula.

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