Finales de los setenta. Stella es una niña de once años, cuyos padres regentan un bar. Es inteligente pero no demasiado aplicada en los estudios, abierta pero sin amigos de su edad. Puede decirse que “la escuela de la vida” le ha dado algunas lecciones –y otras aún más duras le golpearán–, pero en cambio no se ha aprovechado de lo que podríamos llamar educación tradicional en las aulas. Su llegada a una prestigiosa escuela podría darle nuevas oportunidades en la vida, especialmente porque empieza a hacer buenas migas con una compañera que le supone un estímulo para esforzarse en la lectura y el conocimiento.
Esta pequeña y estimable película de la francesa Sylvie Verheyde, a la que sin embargo le cuesta arrancar, nos retrotrae con nostalgia…
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