Hay que reconocer que el punto de partida de La decisión de Anne, adaptación de My Sister’s Keeper, una novela de Jodi Picoult, es jugoso. Una adolescente de 11 años, que fue procreada como bebé medicamento para curar a su hermana mayor, enferma de leucemia, emprende una batalla legal para conseguir su “emancipación médica”, es decir, su libertad para disponer de su integridad física y su salud.
Este novedoso dilema ético, que encierra otros cuantos, hubiera dado para una interesante película. El problema, y vayamos al grano cuanto antes, es que Nick Cassavetes (El diario de Noa), consciente quizás de que trataba un tema espinoso y de que él no es Clint Eastwood, ha dejado de lado la reflexión -que solo se apunta en algunos momentos- para apostar por la emoción y el dramatismo. Esto, que se percibe en toda la película, se manifiesta con claridad en un final tan emotivo y sentimental como tramposo y decepcionante.
En cualquier caso, y como el material de partida tiene su interés, queda un correcto drama que gustará a los que disfruten llorando delante de una pantalla y en el que Abigail Breslin vuelve a demostrar que no se le pone nada por delante y que es una estupenda actriz, a pesar de su edad. A su lado, Cameron Diaz, en un papel muy antipático, parece una debutante.