La película nos cuenta unos días críticos en la vida de Ben, veterano productor de Hollywood. Ben tiene problemas con su última película, que en el preview ha recibido un tremendo rapapolvo, y para salvar los muebles y llevarla a Cannes tiene que lidiar con la jefe del estudio, que teme por su inversión, y con el excéntrico director de la película, que insiste en dejarla como está por consideraciones artísticas. A los problemas profesionales se añaden los personales.
Algo pasa en Hollywood es una historia inteligente sobre los entresijos del mundo del cine. Se basa en las memorias del productor Art Linson (Heat, El club de la lucha), que también firma el guión; es decir, se trata de alguien que conoce de primera mano aquello de lo que habla. Sobre este mundillo y sus corruptelas se ha escrito mucho desde que la industria se instaló en California. Algunas historias como El último magnate, de Scott Fitzgerald, han pasado con éxito a la pantalla grande. Creo que El juego de Hollywood, de Robert Altman, es la más demoledora de todas.
Linson no ha querido hacer un ajuste de cuentas, sino construir una comedia que da una buena idea de lo que pasa en Hollywood. Ben es un hombre normal, sin particular talento, que lucha por sobrevivir y que pasa por un momento crítico, profesional y personal. Es un ejecutivo más de una gran empresa, siempre con prisa, y con miedo al despido. Parece que el mensaje final sería que el productor, elemento intermedio entre los grandes estudios y los actores carismáticos, es un elemento prescindible.
La historia, muy bien dirigida, avanza a base de golpes de humor y de mantener vivo el romance de Ben con Kelly. No está mal, pero puede saber a poco, especialmente porque viene de la mano del director de La cortina de humo.