LOL es Lola, una adolescente parisina hija de una arquitecta divorciada. LOL significa también “Laughing out loud” (muerto de risa) en la jerga de Internet. De Internet sabe mucho Lola, que se pasa el día enganchada al messenger y a los SMS, con las relaciones sentimentales como topic de la conversación.
La tercera película de Lisa Azuelos, con 4 millones de espectadores en Francia, es un retrato en clave de comedia de unos compañeros de instituto que rivalizan para ver cuál de ellos es más necio (el que no sabe lo que podía o debía saber, dice la RAE). La competición está reñidísima, especialmente porque se incorporan unos adultos que pisan muy fuerte…
Podría pensarse que Azuelos se complace frívolamente en la historia que está contando, especialmente porque todo el que aparece, aunque sea en un par de planos, es un inmaduro con cara de asco enganchado al flirteo sexual, la marihuana y los cotilleos sentimentales. La burbuja (la irrealidad en la que viven) es total y los nenes van de aquí para allá haciendo tonterías. sin que exista el menor incoveniente, ni obstáculo, ni abolladura, todo muy pulcro, todo sin olores ni vomitonas, solo faltaría…
Antes he escrito “podría pensarse”. En descargo de Azuelos se puede señalar que ciertamente no hay contrafiguras pero, a la vez, es muy difícil tener simpatía por cualquiera de los patéticos personajillos que pueblan esta película muy francesa, que hace mucha sangre en su burla de la vulgaridad inglesa, nada que ver con el estilo logradísimo de los nietos del 68, fashionados para triunfar. Quizás se trate de la estrategia de Azuelos, algo buscado de intento, para entretener mientras hace pensar.
Lo que salta a la vista es que Azuelos retrata bien el desfondamiento del sistema educativo, de las relaciones padres-hijos. Hay unos frustrados profesores que no pueden con los alumnos, como tampoco pueden los padres, en muchos casos porque ellos mismos son unos majaderos que siguen comportándose como adolescentes prolongados (el personaje de Sophie Marceau es paradigmático, con ese paseo en zodiac con el policía de la brigada antidroga que se ha convertido en su amante). Adultos que han decidido que lo de educar con el ejemplo es una cosa arcaica y campesina que quedó superada, y si no está superada es muy costosa y por qué me va a tocar a mí…
Lejos del nivel fílmico de La clase o La escurridiza, la película de Azuelos tiene su mayor virtud en la agilidad narrativa de que hace gala para mostrar la manera que tienen algunos adolescentes de descerebrarse haciendo un uso compulsivo de las nuevas tecnologías para comunicarse en su reducida jerga simiesca. En este sentido, Azuelos atrapa esa conocida enfermedad del adolescente 2.0, que compulsivamente necesita radiar su vida hueca para no sentir el mordisco de una vocecita interna que grita, en la jerga adolescente: “¿a dónde vas, pringao?”.