Josef, un profesor de literatura ya talludito en un instituto, toma la insólita decisión de dejar su trabajo, y tras un intento fallido de ejercer de mensajero, acaba de ayudante de supermercado. Josef ha permitido que su matrimonio con Eliska se haya anquilosado. Viene a agravar la situación un disgusto familiar importante: Helenka, la única hija de Josef y Eliska, ha sido abandonada por su esposo.
La película de Jan Sverak cierra una trilogía que integran también Escuela primaria y Kolya, y supone una estrecha colaboración del director con su padre, el actor Zdenek Sverak, que también firma el guión. Todo el film pivota alrededor de Josef, personaje complejo, bien perfilado, que combina cierta inmadurez que le hace comportarse como un niño grande a la hora de buscar ocupación, tratar a su esposa, hacer gimnasia, tener fantasías sexuales con otras mujeres, mientras muestra preocupación por las personas que tiene alrededor. Esa incongruencia y errada bondad de Josef se ve en la discutible forma en que ayuda a su hija Helenka a pasar página, su comprensión con el yerno, o cómo manda a un joven a una cita erótica.
El tono de la agilísima narración es tragicómico, pero domina la atmósfera amable y optimista. Hay momentos atravesados de un sano sentido del humor, como los relativos al señor “Charleta”, un hombre de pocas palabras al que Josef sabe ganarse. Sorprende la naturalidad con que se presenta a unos personajes que rezan, confían a Dios sus preocupaciones. Y hay un sólido retrato de la paciente esposa Eliska, gran trabajo de Daniela Kolárová. El clímax del globo tiene encanto, pero desconcierta una brevísima escena tras los primeros títulos de crédito del final, que parece querer incidir en la idea de que la inmadurez de Josef, pese a las buenas intenciones, es incorregible.