Faubourg 36 es el título original y expresivo del segundo largometraje de Christophe Barratier (Los chicos del coro). Es a la vez el título de un musical de éxito que se representa en pantalla, y un homenaje al barrio donde transcurre la historia.
El guión de París, París funciona como un mecanismo de relojería: hay una larga presentación del teatro Chansonia y sus gentes a pocos minutos de las doce campanadas que cierran el año 1935. La llegada del año nuevo marcará el destino de los principales protagonistas; hay crisis, el Chansonia tiene que cerrar, sus empleados van al paro y, por razones que no vamos a desvelar aquí, acaban enemistados. Como en La belle equipe y otras grandes películas francesas de la época que evoca Barratier, los parados se unen para darle otra oportunidad al Chansonia. En esta historia hay buenos y malos, huelgas y matones, y está el Frente Popular, un romance, y también un pequeño misterio…
No cabe duda de que Barratier ha logrado una de las cosas más difíciles en el mundo del cine: conseguir una gran segunda cinta, tras una opera prima del calibre de Los chicos del coro. Ha jugado sus cartas con maestría: repetir estrellas (Gérard Jugnot y François Berléand); mantener la música en el centro de la historia, con unas letras excelentes de Frank Thomas, y la fenomenal música de Reinhardt Wagner; apostar por la nostalgia y el realismo, pero un realismo mágico, su barrio y sus gentes son reconocibles, a pesar de ser inventados.
Decorados, trajes, música, espectáculo y un reparto de lujo que se mezclan con buen gusto en una narración que se podría calificar de cine negro teñido de comedia musical a la francesa; mezcla difícil, con elementos sociales, con una historia de amor y un canto a la amistad, pero esta mezcla en manos de Barratier funciona a la perfección. ¡Que siga escribiendo y dirigiendo!