De Niro y Pacino son dos detectives de la policía de Nueva York que se encuentran a punto de jubilarse. Llevan muchos años trabajando juntos y les une una gran amistad. Tendrán que ocuparse de una serie de crímenes en los que las víctimas son presuntos asesinos. Junto a los cadáveres aparece siempre un poema.
La nueva película Jon Avnet (Nueva York, 1949) apela al tirón que pudiera tener la presencia como protagonistas de dos actores de renombre, que hace años ocuparon puestos de privilegio en el cine norteamericano. El guión de Russell Gewirtz (Plan oculto) circula por un sobrecargado hilo narrativo del cine norteamericano, el de la justificación de la venganza y de los comportamientos criminales por parte de la policía. El lema promocional es muy revelador: “Muchas personas respetan la placa. Todos temen la pistola”.
Cabría esperar que después de una película tan deficiente como88 minutos, Avnet y Pacino hubiesen caído en la cuenta de sus errores de grueso calibre. Pero no ha sido así: Asesinato justo repite e incluso amplifica la truculencia, la inverosimilitud de la trama, el efectismo populachero, las salidas de tono y el retrato verdaderamente risible de personajes maduros que se comportan como si tuviesen 30 años menos. De Niro y Pacino están sencillamente ridículos.